1. Es muy importante que las cosas tengan buena apariencia. La
palabra impuesto suena fatal, viene de imponer (¿de dónde, si no?), aunque se supone que
no pagamos por eso, sino por convicción y buena conciencia cívica. Lo de renta, en
cambio, es todo un halago. El Estado considera que es nuestra calidad de rentistas la que
justifica que paguemos impuestos.
2. Pero mejor sería todavía llamar a las cosas por su nombre. La inmensa
mayoría de los ciudadanos no vivimos de renta, como nos hace creer el Estado, sino de
trabajar. Y llamar a eso vivir de renta, es una broma pesada, cuando la expresión
"vivir de renta" está en plena vigencia y mantiene todo su significado.
3. Ni nos da servicios gratuitos el Estado, como se nos quiere hacer entender
y efectivamente entienden muchísimos ciudadanos. Ni ganamos lo que parece que ganamos, ni
pagamos lo que parece que pagamos, ni ejerce un acto de generosidad Hacienda cuando nos
devuelve lo que nos ha cobrado de más. Todo son espejismos.
4. Si nos pagaran todo lo que ganamos, si desaparecieran los impuestos
indirectos y al cabo del año le pagásemos a Hacienda más del 50% de lo que hemos
ganado, nos colocaríamos por fin en la realidad, y empezaríamos de verdad a saber lo que
es ser ciudadano en vez de súbdito. Crecería considerablemente la participación
política y los votos serían mucho más críticos. Y eso, ¿a quién le conviene?