LAS COSAS Y SUS NOMBRES  NOMINA RERUM                                    Mariano Arnal


CURRÍCULUM

El currículum vítae (su lectura correcta, "currículum vite"; como se decía en el bajo latín) se ha convertido en un producto de uso común. Es probablemente la expresión latina que más se usa. Por cierto, su plural correcto es currícula. "Currículos" es en todo caso el plural de "currículo", pero no el de currículum. El tráfico laboral ha sido el responsable de la introducción de este término. Los empleadores cada vez quieren saber más de los empleados. Les ha dado por la curruculitis; y ya de puestos, empezamos con el currículum en la escuela. Con la reforma ésta se ha convertido en curriculera a tope. Pero no se le ha ocurrido todavía enseñar a redactar y presentar un currículum vitae, que tendría que incorporarse a los géneros literarios (como una variante del género epistolar) y debería ser un ejercicio anual: confeccionar el propio currículum e ir perfeccionado cada año el soporte documental, la presentación y el contenido.

Un currículum es en rigor una carrerilla; es el diminutivo de cursus, que significa carrera, recorrido, corrida. Los romanos la usaron para dar idea de recorrido corto: exiguum nobis vitae curriculum natura circumscripsit, decía Cicerón (la naturaleza nos circunscribió un exiguo recorrido de vida). La usaron también para cualquier recorrido, tanto de espacio como de tiempo, como de la mente (currículum semihorae = el recorrido de media hora, currículum consuetúdinis = el recorrido de la costumbre; currícula mentis = los recorridos de la mente), pero siempre dejando caer la idea de la brevedad del recorrido, porque el diminutivo ahí estaba patente en la palabra. Se usó también como diminutivo de currus (carro), aunque lo propio hubiese sido la forma masculina currículus, para dar nombre al carro de carreras, que era muy pequeño. Y también se llamó currículum a cualquier carrera, junto al término cursus que denominaba la carrera sin connotaciones.

La escuela se ha pasado con armas y bagajes de la carrera a la carrerilla. Para la vida que nos espera, por lo visto ya no son necesarias las carreras de fondo que eran las asignaturas que duraban la que menos un curso entero. Ahora por empezar han desaparecido los cursos. Nada de correr: lo que ahora priva son los ciclos: dar vueltas. ¿A qué? Tanto da. Y dentro del ciclo, carrerillas cortas, créditos que llaman (realmente se necesita mucha fe para creer en eso), para no fatigar al pobre alumno, que si dura más de un trimestre concentrando su esfuerzo y atención en una asignatura, puede acabar quebrándose. Y como por lo visto no se trata de ir, ni menos de correr a ninguna parte, sino de estar, de pasar el tiempo dando vueltas en ciclos viciosos sobre sí mismo, esperando a que llegue la edad de salir (porque claro, se sale de la escuela cuando se ha cumplido la edad, no cuando se ha alcanzado el objetivo, que lo hay sólo para quien quiera y pueda asumirlo, y además uno distinto para cada uno); como se trata de dar vueltas en ciclo para marear la perdiz, no importa el valor objetivo de las carrerillas. Lo que importa es que sean cortas, y sobre todo que den la sensación de ser entretenidas; y si además lo son, miel sobre hojuelas. No hay más que entretenerse leyendo listados de créditos variables diseñados para alumnos variables. Procuraré hacer una recopilación y ofrecerla otro miércoles en la página de humor.