LOGOS
Los publicistas han
conseguido introducir en el léxico común la palabra “logo”, con
la que denominan el ideograma de una empresa, corporación, etc. es una
palabra tan mágica y poderosa en publicidad, como la palabra LOGOS en
el ámbito del conocimiento: es que de ella la han obtenido, y de ella
han sacado también la fuerza y la magia.
Cuando examinamos a
fondo determinados conceptos presentes en todas las lenguas, no
podemos conformarnos con la palabra tal como está en nuestra lengua,
porque eso no nos lleva muy lejos. Hemos de ir necesariamente a las
palabras antiguas que intentan traducir las nuestras. Concretamente en
el término que nos ocupa, es imposible precisar el significado de
palabra si no retrocedemos al latín verbum y al
griego logoV
(lógos), de los que
pretende ser fidelísima traducción.
Nuestra lengua
culta mantuvo el término verbo para significar la palabra,
y aún está en pleno vigor, aunque como cultismo. El latín no tuvo
inconveniente en mantener el valor polisémico de verbum para
palabra y para verbo. Pero poco a poco fue abandonando su uso con el
valor de “palabra”. Así, San Isidoro de Sevilla en sus etimologías ha
sustituido definitivamente verbum por vocábulum, que
pasó a nuestra lengua como cultismo. Las lenguas románicas prefirieron
finalmente el término palabra, que ni siquiera se obtuvo del
latín vulgar, sino del latín eclesiástico. Fueron las parábolas
del Evangelio las que configuraron nuestra palabra.
Es obvio, pues, que
sea cual sea el término usado, el concepto hemos de ir a buscarlo en
su origen. Y el concepto de verbum, de nuevo vía Evangelio, es
el LOGOS
(LÓGOS). En efecto,
es el celebérrimo inicio del Evangelio de San Juan:
En arch hn o LogoV
(En arjé én o lógos),
In principio erat Verbum, En el principio
era la Palabra; es ese inicio (toda una página) el que determinó el
valor de este término. Porque resulta que no es una más entre los
cientos de páginas de la Biblia, sino que es la más admirada y la más
leída. Tan extraordinaria era la admiración por esta página en que se
explica el origen de todo lo creado en la palabra, se identifica a la
palabra con Dios, y se llega a la encarnación de la palabra (Et
Verbum caro factum est et habitavit in nobis: Y la Palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros), tal era la devoción por este texto,
que se estuvo leyendo durante siglos al final de la misas: era el
llamado último evangelio. Como se recitaba todos los días, todo el
mundo se lo sabía de memoria. En latín, claro.
Pero no podemos
olvidar, porque semejante olvido nos desorientaría, que ese texto
sobre el Verbum, la Palabra, no era el original, sino
traducción del griego (en esa lengua se redactó este evangelio). Por
consiguiente el Verbum latino y la Palabra española
tienen toda la intención y la necesidad de expresar el
logoV
(lógos)
griego. Aunque hay que precisar más aún: el logos griego pasado
por la escuela neoplatónica de Plotino, es decir totalmente sublimado.