LAS COSAS Y SUS NOMBRES  NOMINA RERUM                                    Mariano Arnal


LOGOS 

Los publicistas han conseguido introducir en el léxico común la palabra “logo”, con la que denominan el ideograma de una empresa, corporación, etc. es una palabra tan mágica y poderosa en publicidad, como la palabra LOGOS en el ámbito del conocimiento: es que de ella la han obtenido, y de ella han sacado también la fuerza y la magia. 

Cuando examinamos a fondo determinados conceptos presentes en todas las lenguas, no podemos conformarnos con la palabra tal como está en nuestra lengua, porque eso no nos lleva muy lejos. Hemos de ir necesariamente a las palabras antiguas que intentan traducir las nuestras. Concretamente en el término que nos ocupa, es imposible precisar el significado de palabra si no retrocedemos al latín verbum y al griego logoV (lógos), de los que pretende ser fidelísima traducción. 

Nuestra lengua culta mantuvo el término verbo para significar la palabra, y aún está en pleno vigor, aunque como cultismo. El latín no tuvo inconveniente en mantener el valor polisémico de verbum para palabra y para verbo. Pero poco a poco fue abandonando su uso con el valor de “palabra”. Así, San Isidoro de Sevilla en sus etimologías ha sustituido definitivamente verbum por vocábulum, que pasó a nuestra lengua como cultismo. Las lenguas románicas prefirieron finalmente el término palabra, que ni siquiera se obtuvo del latín vulgar, sino del latín eclesiástico. Fueron las parábolas del Evangelio las que configuraron nuestra palabra

Es obvio, pues, que sea cual sea el término usado, el concepto hemos de ir a buscarlo en su origen. Y el concepto de verbum, de nuevo vía Evangelio, es el LOGOS (LÓGOS). En efecto, es el celebérrimo inicio del Evangelio de San Juan: En arch hn o LogoV (En arjé én o lógos), In principio erat Verbum, En el principio era la Palabra; es ese inicio (toda una página) el que determinó el valor de este término. Porque resulta que no es una más entre los cientos de páginas de la Biblia, sino que es la más admirada y la más leída. Tan extraordinaria era la admiración por esta página en que se explica el origen de todo lo creado en la palabra, se identifica a la palabra con Dios, y se llega a la encarnación de la palabra (Et Verbum caro factum est et habitavit in nobis: Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros), tal era la devoción por este texto, que se estuvo leyendo durante siglos al final de la misas: era el llamado último evangelio. Como se recitaba todos los días, todo el mundo se lo sabía de memoria. En latín, claro. 

Pero no podemos olvidar, porque semejante olvido nos desorientaría, que ese texto sobre el Verbum, la Palabra, no era el original, sino traducción del griego (en esa lengua se redactó este evangelio). Por consiguiente el Verbum latino y la Palabra española tienen toda la intención y la necesidad de expresar el logoV (lógos) griego. Aunque hay que precisar más aún: el logos griego pasado por la escuela neoplatónica de Plotino, es decir totalmente sublimado.