UN CENTENARIO INGENIOSO E INNOVADOR

En 1605 se publicó la primera edición de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", la obra más universal de la literatura española. EL ALMANAQUE quiere unirse a la celebración del IV Centenario homenajeando al ingenio de la obra y la constelación de sueños y realidades que representa la figura del Quijote.

EN EL IV CENTENARIO DEL QUIJOTE

ALGO TENDRÁ ESA AGUA CUANDO TANTO, TANTO, TANTO LA BENDICEN

 Visions of Quixote

¿Aún no ha leído usted el QUIJOTE? Pues ya va siendo hora. Hace 400 años que se editó por primera vez, y desde entonces se han sucedido sin interrupción las ediciones en todas las lenguas del mundo. ¡Hasta en una lengua inexistente se editó, en latín macarrónico, un latín disparatado que se medio inventó un estudiante de bachillerato al que le pusieron como castigo traducir el Quijote a la noble lengua de Cicerón. 

¿A dónde nos lleva esta reflexión? Pues a algo tan elemental como que no ha de ser por poca cosa el enorme interés y la pasión que ha venido despertando en todo el mundo el QUIJOTE a lo largo de cuatrocientos años. Algo ha de tener esa agua cuando tanto la bendicen. 

En fin, que este año toca LEERSE EL QUIJOTE. No comprarlo, sino leérselo. Si otro motivo no nos mueve, en este cuarto centenario recobra peso el argumento del best-seller. Precisamente la celebración de este cuarto centenario de la primera edición del QUIJOTE nos pone ante la evidencia de que estamos ante un super-extra-ultra-hiper-best-seller. El mayor best-seller de la actualidad se queda enano, pobre y escuálido ante el éxito editorial del QUIJOTE. Son decenas (¿o acaso centenares?) de millones de ejemplares editados en todo el mundo a lo largo de este tiempo. ¿Qué tiene pues el QUIJOTE? ¿Por qué ha tenido tantísimos millones y millones de lectores? Algo ha de tener esa agua para que sean tantos y tantos los que la bendicen. 

Voy a dar sólo DOS RAZONES por las que hay que LEERSE EL QUIJOTE. En primer lugar se trata de un libro de HUMOR muy singular, de un sarcasmo que nos puede saber dulce o amargo, cómico o trágico según el bando en que nos coloquemos y sobre todo según el estado anímico en que nos pille la lectura. Si nos coge desprevenidos, la comicidad de las situaciones nos arrastra a una risa imparable. Si nos hemos encariñado con el personaje, me refiero sobre todo al Caballero de la Triste Figura, el humor nos sabe amargo y a veces hasta cruel, y la risa se nos estrangula en la garganta. 

La segunda razón por la que es infinitamente recomendable la LECTURA DEL QUIJOTE es que se trata de una obra-espejo en la que tanto si quiere como si no, acaba viéndose reflejado el lector. Ve su propia imagen, acaba leyéndose el lector a sí mismo. Éstos son los efectos maravillosos de los clásicos. Tienen resortes ocultos que van mucho más allá de la narración. Ocurre, pues, que cada lector se tropieza con un Quijote distinto. Como que CADA UNO acaba en el lugar de alguno de los protagonistas. Y no sólo eso, sino que EN CADA LECTURA DEL QUIJOTE el lector se reencuentra consigo mismo. Y como no es siempre el mismo, sino que la vida y sus vicisitudes lo van haciendo, resulta que no puede hacer dos lecturas iguales del Quijote. 

Esos son, de momento sólo dos, los misterios que hacen que todo el mundo reconozca una auténtica obra de arte, sobre todo cuando es tan singular e incontestable como el QUIJOTE. Ese es el motivo por el que la obra lleva ya 400 años en lo alto del candelero. ¡Y los que le quedan! Es que toda la humanidad se reconoce en ella.