La
citada mozuela gozaba de una reputación un tanto dudosa en la
ciudad, debido a su turbulento pasado, y la Madrísima de Fifí,
la Marquesa viuda de Carranza, hizo lo posible para evitar la
unión, intentando abrirle los ojos a su hijo respecto a la
frescales con la que iba a casarse. Sin embargo, Fifí, enamoradísimo,
no sólo hizo caso omiso de las advertencias de la marquesa,
sino que incluso se permitió el lujo de indicarle a su señora
madre por dónde podía meterse la herencia cuando ésta le
amenazó con desheredarle en caso de que persistiera en su
actitud.
Afortunadamente
para el pobre Fifí, su futura esposa le hizo ver la
conveniencia de reconciliarse con su madre, y aunque las malas
lenguas afirmaron que ella llegó a decir que si no había
fortuna se iba a casar con Fifí quien yo te diga, el caso es
que el novio accedió a hablar con su madre y la sangre no llegó
al río.
A
trancas y barrancas llegó el día de la boda, celebrada por
todo lo alto en la catedral. La novia llegó al evento en calesa
tirada por tres caballos blancos y vestida con un
"virginal" traje de blanco inmaculado, tocada con una
diadema de diamantes que perteneció a la primera marquesa de
Carranza. Los novios se dieron el sí quiero y todos tan
contentos se marcharon a cenar al mejor restaurante de la
ciudad.
El
servicio fue excelente, pero la novia casi se desmaya de la
impresión al encontrar que entre los camareros estaba un
antiguo novio suyo que la abandonó cuando emigró a los Estados
Unidos para trabajar en un Mc Donalds. Durante toda la cena
estuvieron coqueteando a base de miraditas y guiños y, nada más
partir la tarte, la novia manifestó su necesidad de acudir al
cuarto de baño alegando un repentino apretón en el bajo
vientre. A los pocos minutos, el enamoradísimo Fifí decidió
acudir también al baño, para darle una sorpresita, un susto o
simplemente un revolcón rápido. Pero no veáis la cara de
gilipollas que se le quedó cuando se encontró a su esposa
subida al lavabo con el vestido remangado y las piernas abiertas
y al ex-novio camarero empujando como un campeón.
Muy
digno, Fifí se retiró, no sin haber insultado suramente a su
actual ex-esposa y regresó al banquete para comentarlo con su
madre. Las malas lenguas afirman que la tragedia estuvo a punto
de ocurrir cuando la madre sólo acertó a contestar: "¿
Ves como yo tenía razón, Fifí mío, y siempre debes hacer
caso a tu madre?
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