ETIMOLOGÍA - LÉXICO     

TONTEAR

Dos acepciones reconoce el diccionario de María Moliner a este verbo: la primera, "hacer o decir tonterías"; y la otra "hablar, bromear, etc .entre sí dos personas de distinto sexo, como en los preliminares de un noviazgo". Lo que caracteriza la tontería en esta acepción (melindre o remilgo, zalamería o halago insincero) es que se intenta caer en gracia a alguien haciendo tonterías y, cuando conviene dentro del juego, haciéndose el tonto. En las expresiones "estar tonto" y "ponerse tonto", esta palabra se emplea como sinónimo de mimoso y cariñoso; se usa en el contexto de las relaciones de pareja. A veces aplicamos la metáfora del coqueteo y de la tontería a otros campos de la actividad humana: el verbo tontear sigue siendo en ellos igual de gráfico.

Estamos ante un lexema relativamente moderno (se le reconocen apenas 400 años de existencia) y sin etimología posible, pues aparece como por ensalmo y sin historia previa en Italia, y de ahí salta a España y Portugal; por lo que hay que buscar su explicación en una formación infantil de la palabra tonto análoga a papa, mama, pipi, caca, tete, tata, tita, teta, titi, bebé, coco, nana, nene, ñoño, rorro etc. En el país de origen pasó también por la forma tondo, acercándose al grupo tóndere tonso (rapado, pelado), supongo que en un intento de asociar la nueva palabra a una raíz y una imagen preexistentes (la cabeza rapada ha sido siempre una señal de disminución o degradación). Las etimologías que se han propuesto para explicar esta palabra (la Espasa se apunta a at-tónitus, atónito como origen de tonto) buscan todas ellas estos tipos de asociación. De cualquier modo, todas las explicaciones etimológicas que se dan de esta palabra son puramente especulativas.

Al consultar el diccionario, sorprende la enorme riqueza expresiva y semántica a que ha dado lugar esta palabra. Le ha pasado como a organización y control, dos recién llegadas que nos encontramos hasta en la sopa, como si antes de su aparición en nuestras lenguas no hubiésemos organizado ni controlado nada; como si hubiesen sido las palabras las que dieron lugar a la obsesión por organizar y controlar. Posiblemente su prosperidad se deba a su condición de insulto suave; tan suave y tan civilizado, que hasta tiene firmes derivaciones cariñosas. Es de los pocos insultos que se prestan hasta a ir cargados de ternura.

Quizás esté en esa línea la adopción formal de este término por la psiquiatría, que emplea también los términos de estúpido e idiota. En esta disciplina, tonto es el "débil mental" cuya edad mental se estaciona entre los 7 y los 12 años. También la política ha echado mano de este término para calificar a los que tan expresivamente llama "compañeros de viaje": los califica de "tontos útiles", porque son utilizados muy provechosamente por los que organizan el viaje. A veces al tonto útil le conviene hacer ese papel; es decir que no es tonto, ni siquiera hace el tonto, sino que se hace el tonto porque le interesa más parecer tonto, que malintencionado. Y respecto al que le organiza el viaje, se dedica a tontear con él porque está interesado efectivamente en el viaje; pero pretende que le salga gratis, que sea el otro quien cargue con el peso, con los costos y con la responsabilidad de su organización.

Mariano Arnal