GASTRONOMÍA
Otros
varios nombres se han empleado para referirse al arte de
la preparación de alimentos. Cocina y recetario son los
que han ocupado durante más tiempo el panorama culinario,
pero con ciertas limitaciones. El de gastronomía es
un término más amplio y completo. Resulta que lo crearon
los mismos griegos de la antigüedad. De hecho al formar la
palabra prefirieron la desinencia logía, que hace
referencia a "tratado, conocimientos, saberes". Es por
tanto
gastrologia
(gastrologia)
el nombre que habitualmente dieron los griegos a los
"libros de cocina". Es decir que este nombre estaba
pensado para titular y denominar estos libros. Hasta que
Arquestrato tituló Gastronomia Gastronomía)
su libro de cocina. El salto fue importante. De denominar
el libro, se pasó a denominar su contenido. El nombre está
construido a imagen y semejanza de eco-nomía, astro-nomía,
etcétera.
Gasthr, gastroV (gastér, gastrós) es la palabra
nuclear de este compuesto. Tanto la cultura griega como la
romana, utilizan el nombre de esta parte del cuerpo, el
vientre (venter) como sinónimo de gula. "Quorum
deus venter est", aquellos cuyo dios es su vientre,
decía san Pablo refiriéndose a los golosos, a los que
vivían para comer. Es que era literalmente así. Lo más
paradigmático en este orden de cosas fueron los banquetes
(convivia) de varios días de duración que
celebraban romanos para satisfacer su gula totalmente al
margen de las leyes del estómago, al que violentaban
provocándose vómitos para poder seguir comiendo sin parar
todos los días que duraba el banquete.
Quizá fue la existencia de estas graves anomalías lo que
hizo especialmente atractivo el nombre de gastronomia
(gastronomía), "ley del vientre", que ese es el
significado de nomoV (nómos): ley. Y es
especialmente atractivo el uso de este término, por cuanto
significa en origen "porción", "parte en el reparto", y de
ahí fue de donde se dedujo finalmente el significado de
ley y norma. Es que siendo la gastronomía más bien
cuestión de gusto, de paladar, el hecho de que se haya
elegido precisamente el vientre y no los sentidos del
gusto y del olfato, no hace más que confundir. Cuando
hablamos de gastronomía por tanto, no es que nos
refiramos a la eterna necesidad de llenar la barriga, una
necesidad que ha atormentado a la mayor parte de la
humanidad desde que el hombre es hombre, sino a dar gusto
a la boca, a los refinamientos del paladar.
La
gastronomía tardó muchos siglos en llegar a su
refinamiento actual, a ser realmente toda una ciencia,
todo un saber y sobre todo una normativa acerca de los
alimentos, las bebidas, los gustos, las necesidades y las
capacidades de tolerancia de nuestro organismo. Quizá sea
el causante el hecho de que el nombre de esta disciplina
haga referencia al vientre, el menos exigente de los
órganos que intervienen en la alimentación. Curiosamente
sería la dietética, convertida hoy en disciplina y
vigilancia alimentaria imprescindible, la que con mayor
propiedad podría llevar el nombre de gastronomía,
de ley, de norma de la alimentación, que no del gusto, más
aún, del buen gusto y del refinamiento en el comer y el
beber. Lo que nos queda es que la gastronomía, a
pesar de su nombre, se ha convertido en recreación del
olfato, de la vista y del paladar.
Mariano Arnal
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