ANGEL

La palabra griega (aggeloV /�ngelos) significa "mensajero", "enviado". As� se llaman en la Biblia los "enviados de Dios". La categor�a de Arc�ngel (arcoV /arj�s = primer; m�s aggeloV /�ngelos = �ngel) corresponde a los �ngeles principales, los que est�n m�s cerca de Dios. Adem�s de los arc�ngeles nos habla la Biblia de siete �rdenes o categor�as de �ngeles: querubines, serafines, principados, potestades, dominaciones, virtudes y tronos. Los tres �nicos nombres de �ngeles que nos da la Biblia son el de Gabriel, Miguel y Rafael. Los tres han pasado a nombres propios muy apreciados, adem�s del de Seraf�n, menos frecuente, y el de �ngel. La prueba de su valoraci�n social est� en que todos ellos han desarrollado nombres femeninos: Gabriela, Micaela, Rafaela, �ngela, �ngeles, Maria �ngeles, Angelina, Ang�lica.

El santoral ofrece hasta diez oportunidades para celebrar la onom�stica; pero las fechas m�s tradicionales son la fiesta de los �ngeles custodios, el 2 de octubre, o la de Nuestra Se�ora de los �ngeles, el 2 de agosto.

Los �ngeles son en el cristianismo una herencia del juda�smo, que a su vez fue una adaptaci�n del animismo del hombre primitivo, que cre�a que el sol, la luna, las estrellas, las monta�as, los vientos, los r�os, los mares, los bosques, los �rboles... que todo ten�a alma y que exist�a, por tanto, adem�s del mundo real, otro mundo superpuesto en el que viv�a el esp�ritu de todas las cosas. Un mundo poblado de �ngeles, que decimos en t�rminos cristianos. De ah� nace la idea de que junto a cada persona hay un �ngel de la Guarda velando por ella. El doble bondadoso de cada uno de nosotros, que est� atento a que nos comportemos de tal manera que todo nos vaya derecho. El primer �ngel de la Guarda es el arc�ngel San Rafael. De �l nace la doctrina de que Dios nos asigna a cada uno un �ngel de la Guarda. La situaci�n envidiable de Tob�as y su familia, a quienes Dios les env�a un �ngel que les resuelve absolutamente todos los problemas que tienen, sin pedirles nada a cambio, se convierte en paradigma de lo que desea para s� cada cristiano como primera recompensa en esta vida. De ah� que se desarrolle y se fomente la fe en el �ngel de la Guarda, muy entra�able especialmente en la infancia (en el mismo orden de valores infantiles del Nacimiento de Jes�s y de los Reyes Magos). La tradici�n popular nos ha dejado unas oraciones bell�simas, como la que dice: "�ngel de la Guarda, dulce compa��a, no me desampares ni de noche ni de d�a..." Y esta otra, tambi�n preciosa: "Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me la guardan..."

Tener �ngel, llamarse �ngel, tener siempre al lado el �ngel de la Guarda, ser para los dem�s un �ngel... todo eso va con el nombre. Es imposible llamar a alguien �ngel y no pensar en todo ello. Y es muy dif�cil que a un �ngel no se le peguen estas maravillas. El propio nombre empuja: un nombre que nos hermana con las m�s nobles creencias de nuestros remotos antepasados y que nos induce a la bondad, un nombre con �ngel. �Felicidades!

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