SERENA

Del adjetivo latino serenus, serena, que significa tranquilo - tranquila, apacible, brillante, feliz. Forman parte del mismo grupo léxico el verbo serenare y el nombre serénitas. Se dan dos etimologías razonables: una que hace proceder esta raíz de eirhnh (eiréne), paz, porque un cielo sereno se caracteriza por la ausencia de tormentas; y otra que lo relaciona con el adjetivo xeroV (xerós), que significa seco y se refiere igualmente al cielo sin nubes, totalmente despejado. Este adjetivo se refiere en su origen al tiempo atmosférico, sobre todo al aspecto del cielo, y por analogía se ha extendido su aplicación a otras cosas y en especial ha pasado a denominar un estado anímico tan alegre y luminoso como un cielo despejado. Es ciertamente un nombre muy singular, evocador y de extraordinaria belleza, que mantiene su condición de selecto y exquisito, por lo que no se ha extendido en exceso.

Santa Serena fue emperatriz romana de finales del siglo III. Fue esposa nada menos que de Diocleciano. La cruelísima persecución que desencadenó este emperador contra los cristianos en los últimos años de su reinado, después de un largo período de paz, movió a piedad el corazón de Serena, que intercedió repetidamente ante su esposo para que pusiera fin a tantos y tan crueles martirios. Pero no amainó la tormenta, sino que fue in crescendo. Y llegó a ser tal la admiración que despertó en Serena el valor de los cristianos, que acabó sintiéndose atraída por aquella fe tan recia y se convirtió al cristianismo, siendo bautizada por san Ciríaco. A pesar de la severidad con que se perseguía a los cristianos, Serena pudo practicar su fe en la corte sin ser molestada por nadie. La corte imperial era inaccesible a los jueces, y el emperador amaba demasiado a su esposa como para incomodarse por su fe después de haberla tolerado tantos años. Pudo por tanto Serena acabar sus días en paz, reconfortando a los cristianos perseguidos. La Iglesia la elevó al honor de los altares y conmemora su fiesta el 16 de agosto, el día siguiente de la Asunción.

Serena es también el nombre que se da en Italia a la composición poética o musical de los trovadores, llamada también serenata, canto propio de la noche, en oposición a las alboradas y cantos de la mañana. Serena se llaman también una comarca de la provincia de Badajoz, un departamento de Chile, con su capital llamada también Serena, fundada por Juan Bohón "un lunes 15 de noviembre de 1543" en recuerdo de la comarca española de este mismo nombre. Y el título de serenísima llevaron siempre muy dignamente la república y la ciudad de Venecia.

Es el de Serena uno de esos nombres llenos de virtud, que actúan como un talismán en la persona que lo lleva. Es casi imposible que una mujer se llame Serena y no penetre la serenidad en su alma, en sus gestos, en su porte, en su mirada. Cada vez que alguien pronuncia su bello nombre, emana de él, y acaso también de ella, un rayo de serenidad. Es realmente un nombre de emperatriz. ¡Felicidades por tan espléndido nombre!

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