Como hace ya siglos que nos hemos dejado de poblar, hemos vaciado la palabra población
de su primer y original significado, que es el de "acción de poblar". A las
palabras acabadas en -ción, derivadas de verbos, les corresponde genéricamente el
significado de "acción de" más la forma de infinitivo del radical. En
el caso de población, la palabra ha quedado para denominar el resultado de la
acción de poblar. Y para no confundir el resultado con la acción, el diccionario ha
optado por recurrir a la otra forma de sustantivación del verbo (-miento). A la
acción de poblar la llamamos por tanto poblamiento.
Es algo de lo que no queremos ni oír hablar, por eso está guardada la palabra en
alcanfor y apenas se usa. Y cuando alguien modernamente se enzarza en operaciones de
poblamiento, que nunca jamás han salido gratis (siempre han producido cuantiosos daños
colaterales), se prefiere denominar la acción por los daños colaterales que ocasiona, en
vez de llamarla por su propio nombre. Es imposible desplazar una población de un
territorio si no se ejerce algún tipo de presión como violaciones (diseñadas como
estrategia), asesinatos, terror de todo género. Lo ideal es que se vayan por su pie, al
menor costo posible. Pero si les cuesta marcharse, hay que acentuar la presión, y si
finalmente no se van, echarlos. En este sentido, el poblamiento de América por los
devotos ingleses fue modélico. En realidad mataron poquísimos indios. Simplemente los
fueron empujando hacia las reservas. La experiencia de España no fue tan feliz ni en la
península ni en América. La historia la empujó a la promiscuidad con moros y judíos
primero, y luego con los indios de América, que ha sido fuente inagotable de conflictos y
en ocasiones, de grandes estallidos.
No hay más que dos fórmulas de poblamiento: o poblamiento de dominación, o
poblamiento de colonización. En el primer caso los conquistadores del territorio se
erigen en élite dominadora de la población autóctona. Si en vez de conquistadores son
los autóctonos que por su pereza reproductora han quedado como población minoritaria,
reivindican su derecho de dominación sobre la población sobrevenida. En el segundo caso,
el poblamiento de colonización, los pobladores no aceptan mezclarse con nadie. Es
el que practicaron los ingleses en América: ellos tenían que ser los únicos habitantes
de la nueva tierra de promisión; es el que quiere poner en práctica Milósevich; es el
que puso en práctica en España el cardenal Cisneros; es el que se plantean los
nacionalismos cuando se proponen no volver a caer en la situación de la que están
emergiendo.
La religión ha sido siempre la frontera más activa para deslindar a los
pobladores legítimos de los ilegítimos. En los pueblos en que la religión no puede
erigirse en bandera, por estar poco vigente, el mismo ser tal o cual pueblo con tales o
cuales derechos de poblamiento, es decir el propio nacionalismo, adopta las formas propias
de la religión y ejerce eficazmente sus funciones.