FIN

A la hora de ponerle nombre a lo que intentan hacer con la guerra que no es guerra de Yugoslavia, será llegar a una paz que no sea paz y para eso lo que harán será intentar llegar al FIN. Pero ¿cómo se llega ahí? ¿Qué es el fin?

Para que sea más fácil confundirnos, fin es una palabra polisémica: tiene más de un significado. Vamos a por ellos. Procede nuestra palabra del latín finis, cuyo significado original es límite (geográfico para más señas) y se utiliza generalmente en plural. En la guerra de Kósovo son muchos los que piensan que el fin de la guerra sólo se puede conseguir señalándole un nuevo confín al territorio servio. Al fin y al cabo, la única manera de que dos rivales no se enzarcen, es levantar un muro, incluso físico, que los separe, como fue en su día el muro de Berlín. Habrá que confinar a los contendientes por separado. Ésta es la solución fácil, la que lleva a su culminación un proceso de diferenciación y por fin de separación cada vez más pronunciada. Esto es finalmente definir a cada uno sin posibilidades de confundirlo con los demás.

Puede ocurrir también que mientras cada uno dice que lo que pretende es poner fin a la guerra, lo que pretenda sea cada uno alcanzar sus fines. ¿Cuál es el fin de la OTAN? ¡Quién sabe! Lo que está cada vez más claro que no tiene nada que ver el fin deseado con el fin declarado. Cuando nos hayan preparado para ello, ya nos lo dirán. El fin de Milósevich ya lo conocemos: es limpiar el territorio servio de gentes que no sean servios, desestabilizar la zona, crear un encadenamiento de problemas que se retroalimentarán durante años. ¿Quién se ha acercado más a su fin? Por todos los indicios, hasta el presente Milósevich. Ha generado problemas gravísimos con los desplazamientos, que garantizan una larga duración de los conflictos en la zona.

Y la tercera acepción de fin, la de terminación, tampoco está nada clara. La OTAN no se termina, eso está claro. Pero en el bando contrario Milósevich se puede terminar, pero nada garantiza que el fin de Milósevich sea el fin del problema. Pueden pactar la huida de Milósevich a Rusia, por darle una salida. Pero eso no garantiza la solución del problema; porque no es Milósevich el problema, sino una manifestación importante del mismo. El problema del nacismo no fue Hitler. Sin él también hubiese habido nacismo. Hubiese tenido otra forma, pero lo hubiese habido. Igualmente el problema de Servia es el nacionalismo, y si pretenden resolverlo con bombas, no bastan las que ha tirado hasta ahora la OTAN, se necesitan muchísimas más. Han de destruir y matar más población civil, por supuesto, si quieren que los servios recapaciten. No han llegado todavía al fin. Podría ocurrir que éste estuviese todavía lejos. Podemos estar en el fin de la fase de bombardeos, pero no en el fin del problema. Y podemos descubrir, al entrar en esta segunda fase, que tanto el primer remedio, los bombardeos, como el segundo, la ocupación, pueden ser peor que la enfermedad. Ya se verá.

Mariano Arnal

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