PEDRO
Pocos nombres hay tan bien
explicados como el de Pedro. Significa piedra, roca, cimiento. "Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Con estas palabras le cambió Jesús el
nombre a Pedro, que se llamaba Simón. PetroV es el nombre que aparece en el Evangelio. Suena exactamente Pétros,
que en latín será Petrus. Este nombre es expresión de la fuerza de la
determinación. El nombre de Simón no era suficiente para la gran misión que confiaba
Jesús a aquel humilde pescador, y por eso le da un nombre que le dé la fuerza que
necesita para llevar a cabo su obra. A partir de ese momento, Simón se convierte en una
roca firmísima sobre la que edificar la mayor construcción humana que jamás se ha
conocido. Una organización que lleva en pie dos mil años. Ninguna dinastía, ningún
Estado, ningún poder puede acreditar tal resistencia. Algo tendrá el agua cuando la
bendicen y algo tendrá la roca cuando tanto resiste. Esa fuerza va con el nombre. Ha de
ser esto cierto, porque entre casi un centenar de santos de este nombre, hay un puñado de
primerísima línea: san Pedro Nolasco, san Pedro Damián, san Pedro Claver, san Pedro de
Alcántara, san Pedro Crisólogo, san Pedro Pascual, son algunos de ellos. Otro tanto
ocurre en los que han tenido en sus manos el destino de los pueblos. Los grandes Pedros
del reino de Aragón (el Justiciero, el Católico, el Ceremonioso), los de
Castilla, Francia, Hungría, Brasil, Italia, Moldavia, Montenegro, Portugal, Servia, Rusia
(Pedro el Grande). E innumerables los que se han distinguido en sus respectivos
ámbitos: las artes, la literatura, la política, el cine... Prueba de la importancia de
este nombre y del aprecio en que se le ha tenido en España son los innumerables Pérez
(hjo de Pedro es el significado de este apellido) que existen, los hipocorísticos de este
nombre: Perico, Perucho... y el hecho de ser el nombre que más aparece en el refranero.
San Pedro, el primero de los apóstoles (alguien tenía
que serlo), era un buen hombre, uno de tantos judíos que estaba atento al surgimiento de
un Mesías que les liberase de la dominación romana. Siguió a san Juan Bautista, igual
que su hermano Andrés. Éste fue quien lo encaminó hacia Jesús: "He hallado al
Mesías", le dijo. La figura de Pedro es de lo más humano. Tiene sus arranques
de valentía y sus momentos de debilidad ("antes que el gallo cante dos veces, tú
me habrás negado tres veces"), es una persona normal a la que la bondad natural
le hace prometer, en momentos de arrebato, cosas que luego no tendrá fuerzas para
cumplir. Por eso nos es tan fácil identificarnos con él. "Tú eres Pedro y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella;
y te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que atares en la tierra, atado
quedará en los cielos; y lo que tú desatares sobre la tierra, quedará también desatado
en el cielo". Estas palabras son las que más definitivamente reflejan la
importancia de san Pedro. Cumplió su misión. Fue crucificado en el montículo del
Vaticano, y allí fue enterrado. Sobre su sepulcro se levanta la imponente basílica de
San Pedro, símbolo de la fuerza de un nombre y de una misión. Los que comparten este
gran nombre celebran su onomástica el 29 de junio. Buen día para impregnarse de
la virtud y la fuerza que en él se ha acumulado en estos dos mil años. ¡Felicidades!
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