FELI

Es éste un nombre con más hondura que un pozo. Contra lo que parece, no es que el masculino le haya cedido el nombre al femenino, sino que por naturaleza es propio de la mujer y de todo lo que de femenino hay en la naturaleza. La palabra original es Félix, que significa "feliz", y es tan femenina como imperatrix generatrix, emperatriz, generatriz, motriz, actriz... es tan exclusivamente femenino como lo es concebir, gestar, parir y amamantar. Manda la lengua latina que sólo la naturaleza fecunda pueda ser feliz. El origen y el paradigma de la felicidad fue para nuestros antepasados la mujer amamantando. Y el primer nombre que se le dio al hijo fue el de filius porque su oficio era mamar, procurando así la felicidad de la madre. Así es como se construyó el nombre de Feli, con los materiales más nobles que pueden aportar no sólo la naturaleza, sino también la inteligencia.

Pueden sentirse felices las Felisas de que cuando los hombres han buscado un nombre cargado a la vez de bondad y de fuerza, hayan tenido que tomárselo prestado. Y felices también porque no ha sido para ellos un nombre cualquiera, sino uno de los que más se ha llevado a lo largo de la historia. Fue indistintamente nombre de mujer y de hombre, pero por lo visto les apretó más fuerte a los hombre la añoranza de la felicidad y llegaron casi a monopolizarlo. Entre los personajes que más contribuyeron a popularizar el nombre de Félix, está el legendario Felixmarte de Hircania, eximio caballero andante, coetáneo de nuestro insigne Don Quijote de la Mancha, al que conoció por sus lecturas, gracias a la edición de la "Grande historia del muy animoso y esforzado príncipe Félix Marte de Hircania, de la que se hicieron tres ediciones. En la edición de Sevilla (1549) se le llama el valerosísimo caballero Félix Magno, hijo del rey Falangris de la gran Bretaña y de la reina Clarinea. Y uno más, Félix Rodríguez de la Fuente, que enseñó a toda una generación de españoles una asignatura nuevísima: el amor a la naturaleza.

Y como es bueno celebrar aquello que más nos honra, nuestra sociedad ha previsto que tengamos un día al año para alegrarnos del nombre que nuestros padres nos dieron, y para recordar el patrón celestial que nos asignaron. Las Felisas celebran su onomástica los días 11 o 31 de mayo. La santa de este nombre de la que tenemos referencia es una religiosa clarisa, nacida en Milán y muerta en Pisa en 1444. Se distinguió por su piedad en un tiempo en que no era ésta la virtud que más brillaba en los monasterios. Tuvo el mérito de ir contra corriente en la dirección más dura. Por eso la recuerda la Iglesia y nos la propone como ejemplo a imitar. Muchas más oportunidades tienen de celebrar su onomástica, tantas como setenta, los hombres que han tomado prestado de la mujer este prometedor nombre, que se ha mantenido en lo alto del candelero a lo largo de los siglos, sin que se le vea decaer. Y es que la Felicidad es el auténtico motor de nuestras vidas.

¿Qué otra cosa es felicitar a alguien, que desearle que sea feliz? Eso es lo que proclaman los nombres de Felisa, Feli, Felicidad, Félix. El propio nombre empuja al optimismo, el propio nombre obliga. Felicidad, felicidad, felicidad.

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