CRIMEN
Esta palabra la inventaron los romanos y la hemos conservado tal y cual: crimen.
Pero no significaba para ellos lo mismo que para nosotros. Lo que nosotros llamamos
crimen, ellos lo llamaban scelus, scéleris, que los diccionarios
traducen como mala acción, maldad, crimen, asesinato, delito, impiedad, hombre malvado,
infelicidad, infortunio, desventura, objeto de horror, víctima, pena, suplicio. Al
no tener más campo léxico que sus propios derivados, es difícil saber en qué consiste
la maldad o el crimen (scelus). Sospecho gratuitamente y tan sólo por analogía
con otras palabras del campo de los valores, que el origen debe ser religioso-ritual; que
un crimen sería algo así como matar fuera de los cánones, transgrediendo preceptos
sagrados. Volviendo a Crimen, críminis, hay que decir que tiene toda
la apariencia de ser totalmente subjetivo. Parece bastante claro que es un término de la
familia léxica formada por cribro, cribrare (cribar); cerno, cretum
(cribar, distinguir). Crimen sería la acción de cerner, es decir de elegir el
culpable. En el derivado criminare se ve más claramente el sentido de cernere.
Significa señalar a uno como culpable. Los diccionarios dan como significados de crimen,
indicio, señal, signo distintivo, acusación, delación. Tomando el contenido (aquello de
que se acusa) por el continente (la acusación), significa también culpa o acto criminal;
y tomando al acusado por la acusación, significa criminal, delincuente, reo. Si nos
retrotraemos a su pariente griego krisiV / crísis (de krinw / críno, juzgar) andamos por el mismo entorno: juicio, distinción,
discernimiento. De ahí kriterion /
critérion, que hemos heredado como criterio.
Criminare que dicen en latín, significa acusar. Y, oh sorpresa, se usa
generalmente para denominar la acusación calumniosa. Es normal que así sea. Si unos
mismos hechos son objeto de acusación en unos casos y de elogio en otros, por supuesto
que la incriminación es una calumnia. Es la calificación negativa de unos hechos que en
realidad son positivos, porque con intención positiva se hicieron. Al coronel Galindo se
le condecoró por sus servicios a la patria en el cuartel de Inchaurrondo. Y los enemigos
del general le incriminaron por lo mismo que le condecoraba el gobierno. Naturalmente que
se habló de calumnias en aquel momento. Porque incriminar, especialmente al que
finalmente resultará ser el vencedor, siempre es calumniar. Ocurre como con los insultos.
La palabra con la que se insulta no es de por sí ni buena ni mala. Lo malo es utilizarla
como un arma arrojadiza (ahora se lleva mucho usar palabras de grueso calibre en forma
afable y jovial, mientras se le abraza a uno y se le dan golpes en la espalda). El que uno
de los dos que se hacen la guerra, y que por tanto se hacen todo el mal que pueden, acuse
al otro de criminal de guerra, es siempre algo subjetivo y se utiliza igual que el
insulto como un arma más. El vencedor nunca comete crímenes de guerra. Si Hitler hubiese
lanzado las bombas de Hiroshima y Nagasaki (debieron disparar sobre una columna militar y
lo demás fueron daños colaterales), le hubiesen condenado bajo la acusación de que esa
acción era criminal por sí misma, no porque la hiciese él. Pero si la hacen ellos y la
intención es buena, no hay crimen.
Mariano Arnal
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