Compras de fin de semana (I)

16:30
Haces una lista en casa:  Cerveza, güiski, coca-cola para el güiski, frutos secos para el güiski,  ginebra por si se acaba el güiski, en fin, lo imprescindible
si eres  hombre.

Y añades algunos lujos asiáticos: Café, galletitas, espuma de  afeitar, cuchillas. Y como no te acuerdas de más, decides improvisar el resto.

17:00
No le des más vueltas, la cagarás.  Por mucho que pienses: es final de mes..., nadie tiene un duro, Sábado 5  de la tarde todo el mundo debe estar
durmiendo la siesta. Te decides y  vas al Hiper. Da igual PYCA, INCONTINENTE, ALTRAPO, son todos  iguales.
Ya en las inmediaciones del centro, hay un atasco del carajo.  Cientos de miles de gilipollas han pensado como tu...
Aguardas la cola hasta llegar al parking, Ni un puto sitio para aparcar.
De pronto, cuando estás a punto de marcharte, ves una maruja que se dirige a su coche. Frenas en seco y te dices para  ti: 'Ni el séptimo de caballería me mueve de aquí'. Eso si, la maruja no  tiene prisa.
Tranquilamente abre el portón del auto, y comienza a meter  las bolsas una a una, revisando su interior, como si no fuera su compra, como si le extrañara ver el paquete de garbanzos ahí. Tu tensión nerviosa esta subiendo.
La maruja por fin, después de buscar durante 10 minutos en el bolso las llaves del coche, abre y entra. Oyes  como rasca la caja de cambios al intentar
meter la marcha atrás. Piensas  que si fueras su marido, le habías pegado ya dos hostias. Al final se encienden las luces de marcha atrás.
No te hagas ilusiones, se le cala el coche. Y vuelta a empezar. Punto muerto.
Se asegura moviendo  dieciséis veces la palanca, como si tuviera la polla del marido entre las manos... Al fin sale ella y entras  tu.