- LA FRASE -


 

Tota pulchra es Mar�a et m�cula originalis non est in te.

TODA HERMOSA ERES, MAR�A, Y EL PECADO ORIGINAL NO EST� EN TI

Es del oficio lit�rgico de la Inmaculada. La Madre de Dios, prototipo de mujer del cristianismo, como lo es del hombre "el Hijo del hombre", ten�a que escapar a la ley m�s inexorable: la del pecado y la subsiguiente esclavitud heredados. Mar�a rompi� esa ley.


 

O f�lix culpa quae talem ac tantum nos m�ruit habere Redemptorem

O FELIZ CULPA, QUE TAL Y TAN GRAN REDENTOR NOS MERECI�

Es la frase de san Agust�n recogida en el "Exultet" del S�bado Santo. Vemos en ella con toda claridad que el pecado original es el arranque de la vida del hombre, y la Redenci�n el gran esfuerzo combinado de Dios y del hombre unidos en el Hombre-Dios para emprender el camino de retorno.


 

San�bimur si volemus

SANAREMOS SI QUERREMOS

(He traducido literalmente los dos verbos en futuro). Con todos los tumbos que se quiera, se est� venciendo al sida porque hay una firm�sima voluntad individual y colectiva de vencerlo.



 

Post hoc, ergo propter hoc

DESPU�S DE ESTO, POR CONSIGUIENTE POR ESTO

Es un defecto l�gico que denuncian insistentemente los escol�sticos; pero esta expresi�n se convirti� en un latiguillo porque hasta los m�s finos entendimientos tienden a confundir el principio de causalidad con el de contig�idad, el de sucesi�n, etc.



 

Contra factum non valet argumentum

CONTRA EL HECHO NO VALE EL ARGUMENTO

No importa cu�n bien suenen las plataformas reivindicativas contra la reforma universitaria. Se les ha ca�do la careta. La vergonzosa precipitaci�n con que est�n colocando a los de siempre, antes de que la ley se lo impida, anula el valor de todos sus argumentos.




Time d�naos et dona ferentes

DESCONF�A DE LOS D�NAOS INCLUSO SI TE HACEN REGALOS

De un enemigo declarado, s�lo se pueden esperar regalos envenenados: como el caballo de Troya.


 

El que est� libre de pecado, que tire la primera piedra.

Cuando los fariseos le presentaron la mujer ad�ltera a Jes�s para que se pronunciara sobre su lapidaci�n, es porque s�lo los m�s extremistas exig�an que se cumpliese esa ley tan antigua. Y la respuesta fue clara: si nadie ten�a fuerza moral para condenarla, �c�mo iba a condenarla �l?
 

 

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