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Hábitos

Con las fiestas de fin de año pocos recuerdan que un día como hoy, en 1863, Abraham Lincoln abolió la esclavitud en los Estados Unidos, al menos legalmente.

En nuestra época todavía hay mucha esclavitud en el mundo, además de trabajos muy mal remunerados. Largo camino nos queda todavía por recorrer en este aspecto. Quizás porque nuestra mente está diseñada para obedecer ciegamente. ¿Cómo así?

Como conscientemente no podemos atender simultáneamente a más de siete u ocho situaciones, todo lo demás lo hacemos automáticamente. Incluso comportamientos complejos se transforman en hábitos. ¿Recuerdas cuando aprendiste a conducir un automóvil? Tuviste que estar pendiente de cada pedal, de los cambios, del espejo lateral, del espejo retrovisor... Mientras atendías a unas maniobras, descuidabas otras. Estoy seguro que si conduces ya unos años, lo haces en forma peligrosamente automática. Algunas veces habrás recorrido varios kilómetros sin ser consciente que lo hiciste. Es que tú eres esclavo de tus hábitos.

Si algo lo aprendiste de manera incorrecta, te será difícil cambiarlo. Lo saben los maestros: prefieren a los alumnos que nada saben de una técnica, pues será más fácil enseñarles a partir de cero que cambiar viejos hábitos.

Los hábitos son de una fuerza poderosa y te esclavizan fácilmente. De modo que si tendrás que tener una vida en la cual serás esclavo de tus hábitos, la mejor decisión será serlo de los buenos hábitos. Observa tus comportamientos errados, arcaicos e inútiles y reemplázalos por nuevos. Un viejo hábito se elimina substituyéndolo por otro. Luego, déjate llevar por tu nuevo amo.


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