LA SABIDURIA DE LO ENFERMO:       Dr. Javier Martínez y Dra. Maria Jesús Clavera


La Multiplicación de lo Viviente

Una de las propiedades más fascinantes de cualquier ser viviente es que este se reproduce, se multiplica. Vemos un 'ejemplar', pero próximos en el tiempo y en el espacio, vemos más ejemplares, extraordinariamente parecidos, pero todos ellos con alguna diferencia. Y, cuantos más ejemplares hay, más aparecen: 1, 2, 4, 8, 16, etc, lo que llamamos progresión geométrica (previo ▪ 2 = siguiente) o exponencial (20, 21, 22, 23, etc)

Es curioso, cuando vemos un crecimiento aritmético (1, 3, 5, 7, 9, etc) no notamos vida detrás de él, sino algo como muerto o esclavizado, que 'trabaja' maquinalmente. Pero detrás de las progresiones geométricas sí notamos la presencia de la Vida, la carta de presentación de la Energía Creadora.

Los crecimientos exponenciales son también algo muy típico de los fenómenos de catálisis que, como ya vimos hace algunos lunes (+), son fenómenos propios de la vida en los que, además, el tiempo se aceleraba notablemente. De ahí la apariencia de 'explosión' que tienen muchos procesos catalíticos, multiplicativos o vivientes, si es que hay alguna diferencia entre estas 3 expresiones. Cuando los cosmólogos observan en sus simuladores el origen del Universo, están observando una 'Gran Explosión' (Big Bang) y, por tanto, están observando el origen de la Vida.

En la Vida hay, por tanto, Multiplicación, Numero, Expansión explosiva de un mismo prototipo básico, al que llamamos 'Especie'. Tan es así, que reconocemos algo como 'vivo' cuando es capaz de multiplicarse. Sentimos entonces que hay algo bello y esplendoroso en ello: por eso nos quedamos fascinados con los arabescos (figuras que encierran figuras semejantes), los cristales geológicos, el fuego, etc: en todos ellos un prototipo básico se propaga en otros semejantes y, aunque nos dicen que no son seres vivos, nos quedamos sospechando que tal vez lo sean.

Yendo ya al mundo vegetal y animal, cuando en una tierra yerma irrumpe lo vegetativo, o cuando en un manto vegetal se propaga la pululante vida animal, sentimos que un 'impulso de vida' y una formidable 'energía', casi divina, se está manifestando en la Naturaleza. O sin el 'casi', pues en el libro del Génesis el primer mandato que Dios da a los seres vivientes, tras crear su prototipo respectivo (especie), es justamente el de 'creced y multiplicaos, y llenad la tierra...'. Y el mismo nombre de 'Naturaleza' (+) significa 'la que está naciendo continuamente'.

La Multiplicación de los seres vivientes es un fenómeno de Auto-catálisis explosiva y de auto-recursividad; es decir, lo que yo engendro es semejante a mí mismo y, además, cuantos más descendientes engendro, más se activa el propio proceso de génesis. Y, como buena explosión que es, la vida se propaga hasta llenar adaptativamente todos los recintos ecológicos disponibles y alcanzar determinada 'presión de supervivencia'. Al parecer Dios (o la Naturaleza) quiere que vivamos todos a cierta presión: entonces nos sentimos vivos y, sin ella, nos sentimos muertos. Hay muchos ejemplos de todo esto, y ya los iremos comentando.

Los antiguos hindúes habían reservado uno de los tres rostros de la Divinidad para simbolizar el aspecto generador, constructivo y multiplicativo de la vida: el de Brahma, que significa 'el Creador' (literalmente 'el Agrandador'. Pero había otros aspectos, que le son simétricos y le compensan: el de Vishnu (el conservador de las formas vivientes) y el de Shiva (el destructor de las formas vivientes, pero sin el que ningún aprendizaje ni regeneración seria posible)

La Multiplicación, o 'éxito reproductivo', no lo es todo en el misterioso fenómeno viviente, sino sólo uno de sus aspectos, una de las manos del Gran Artista. La otra mano se llama 'fracaso reproductivo', que tiene que ver con Shiva, y también con la enfermedad, y es tan imprescindible como la primera, mal que les pese a los darwinistas. Otro día hablaremos de ella.

Como ya se nos ha acabado la página, nos limitaremos hoy a presentar los dos componentes básicos de Brahma, el Agrandador. Hay dos tipos de 'multiplicaciones' en la vida, y las dos son necesarias: existe una multiplicación 'vertical', diacrónica, o en profundidad temporal (medida por el número de ciclos generacionales de descendientes que logra producir un ser vivo); y existe una multiplicación 'horizontal', sincrónica, o en anchura espacial (medida por el numero de hijos que ese ser vivo engendra en la generación en la que le ha tocado vivir).

Las dos multiplicaciones son necesarias: una conquista el 'tiempo' y otra conquista el 'espacio', las dos dimensiones básicas, aunque no las únicas, del Jardín donde Dios 'plantó' el fenómeno viviente. Y las dos son fascinantes, encerrando una formidable sabiduría, que es la sabiduría de lo viviente y, por lo tanto, la sabiduría de uno de sus subconjuntos: 'la sabiduría de lo enfermo', título de nuestra sección.

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