LA SABIDURIA DE LO ENFERMO:       Dr. Javier Martínez y Dra. Maria Jesús Clavera

Las fracasadas vacunas del SIDA

En Ciudad del Cabo (Sudáfrica), acaba de reunirse estos días el Primer Foro Africano sobre Programas de Vacunación contra el SIDA. Desde que en 1983, sin documentación científica previa, se anunciase a bombo y platillo (¡y polémica!) que se había descubierto oficialmente la causa del SIDA, el famoso retrovirus VIH, hemos oído sin cesar que se estaban ensayando vacunas (ya van varios cientos, ensayadas en más de 10.000 voluntarios), la mayoría de las cuales resultan factibles y prometedoras, pasan la Fase 1 (voluntarios sanos) y Fase 2 (tolerancia en afectados) ...hasta que, misteriosamente, deja de hablarse de las mismas: fallan en la Fase 3 (ensayo amplio en la población).

La excusa sempiterna y facilona es que el VIH muta y varía. La verdad es que todos los seres vivos son distintos, mutan y varían, pero que a pesar de ello pueden (¡deben!) ser caracterizados de alguna forma mediante sus amplísimas partes constantes, que son las que precisamente detectan y neutralizan los anticuerpos y vacunas. Además, si tan variable y mutante es el VIH ¿Porqué y contra qué se quieren fabricar anticuerpos vacunales una y otra vez?.

Acudamos a un símil que puede ayudarnos a comprender lo que puede estar causando tanto fracaso vacunal. Las 'Cándidas' son unos hongos microscópicos que, como un velo blanquecino, proliferan en los pacientes inmunodeprimidos (con las defensas bajas). A este tipo de proliferaciones se las llama 'infecciones oportunistas' pues, aunque las Cándidas están muy extendidas por la Naturaleza, sólo causan problemas en inmunodepresiones como el SIDA: tras un (largo) periodo de latencia, las 'candidiasis' ocurren en casi el 100 % de los inmunodeprimidos y, aunque los médicos sabemos que las Cándidas no son la causa del SIDA, si no su efecto, su correlación con la enfermedad es muy alta (casi 1.00).

Las Cándidas, como todo ser viviente, tienen numerosas proteínas, y también material genético, es decir: DNA y RNA. A nuestro organismo y también a la moderna Inmunología, le resulta muy fácil fabricar anticuerpos contra ellas o contra algunas de sus proteínas más características. La ciencia actual puede también secuenciar esas proteínas y material genético en hermosos gráficos, que se presentarían ante periodistas.

Resultaría también fácil realizar pruebas de detección de niveles elevados anticuerpos anti-Cándidas, y esos test servirían como magníficos marcadores de evolución del trastorno inmunitario (por ejemplo del SIDA). La moderna Ingeniería Genética podría incluso obtener un DNA recombinante de las proteínas más características de las Cándidas, y podría insertar dicho DNA en otro virus-vector neutro, a fin de que, por Ingeniería Genética, produjese incesantemente proteínas base en la fabricación de vacunas contra las Cándidas. También seria fácil amplificar el material genético de las cándidas (el auténtico o el recombinante) mediante una técnica llamada 'reacción de la polimerasa' y realizar por tanto sofisticados test de 'carga candidiásica'.

Pero, ¿de qué serviría todo eso?. Fabricaríamos y comercializaríamos llamativos test de detección y cuantificación de algo que, aunque está muy asociado al SIDA ...¡no es la causa del SIDA!. Eso tiene algunas ventajas económicas, pero tiene poca eficacia preventiva y terapéutica. ¿Qué pasaría si, debido a esta gran asociación, creyésemos además (e hiciéramos creer) que las Cándidas son la causa del SIDA?. Las consecuencias, en este caso, serian más graves: La verdadera causa del SIDA sería ignorada, se retrasaría su investigación, así como la obtención de prevenciones y contrarrestaciones (terapias) eficaces de dicha verdadera causa, en una pandemia que esta matando un promedio de unos  6000 afectados al día.

Detalle muy importante: sea nuestro organismo o sea la moderna Inmunología quien fabricase anticuerpos y vacunas, observaríamos siempre el mismo triste fenómeno: los anticuerpos contra las Cándidas se producirían, pero la progresión del SIDA no se detendría, las vacunas pasarían la fase 1 y 2 pero fracasarían sistemáticamente al llegar la fase 3.

Exista o no el VIH, el símil que hemos señalado respecto a las Cándidas y el SIDA puede ilustrarnos respecto a la que podría ser la actual situación de esterilidad terapéutica y vacunal a la que nos ha llevado el dogmatismo de los retrovirólogos. ¿Cuantos millones de dólares y de vidas deberemos esperar, cuantos cientos de vacunas más deberán fracasar para que la investigación de las causas se abra a otras hipótesis?
 

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