Artículos
- Actualidad -  Libros - Curiosidades -   Estética - Enfermedades - Léxico

 

MÉDICO I

El origen de esta palabra está en el latín médicus, que significa igual que entre nosotros, médico, cirujano. Y como entre nosotros, tiene también la forma adjetiva médicus, a, um, con el significado de medicinal; y también con el de encantador, hechicero, experto en sortilegios.

Esta palabra no ha crecido sola. Forman su entorno como antecedente, el verbo medeor; en el mismo plano, remedium irremediábilis, medicare, medicina, medicamen, medicamentum, mediastrinus (esclavo para todo, ¡médico!); medica, comadre o partera. La similitud de forma y de significado con el griego medw (médo) y medew (medéo) induce a pensar que el equivalente latino deriva del griego, o que ambos derivan de una misma lengua anterior. En su forma activa significa medir, regular, contener en una medida; en voz media, en cambio (medomai /médomai) significa ocuparse de, preocuparse de, soñar en, pensar en, desear. El sustantivo obtenido del participio presente (medwn / médon) (=el que se preocupa de, el que tiene alguien a su cuidado), se traduce como "jefe", "rey". La forma medew significa además "reinar".

Está claro que no ha salido de la nada ni el nombre de médico ni lo que con él nombramos; y que no es poca la relación que con su origen tiene el valor que asignamos actualmente a esta palabra. Es difícil determinar cuál es su valor clave. Si partimos de la base de que el primer significado de medeor es meditar, y como aplicaciones derivadas vienen luego el preocuparse, el cuidar, el curar, etc., quizá sea razonable sacar una primera conclusión, válida no sólo desde el punto de vista léxico, sino también desde una perspectiva experimental: el enfermo espera del médico en primer lugar convertirse para él en un tema de meditación, de reflexión. Es ahí donde se genera la fe del enfermo en el médico. La segunda función sería ya la de preocuparse por el enfermo. Eso explicaría que durante siglos haya funcionado la medicina a distancia. Se consideraba normal que el médico ni viese al enfermo. Lo suyo era fundamentalmente saber y decidir. La visión directa del enfermo no se consideraba que aportase nada decisivo para su curación. Y la fe de éste no nacía de la visión del médico, sino de conocer su dedicación. Pero donde se concentraba finalmente toda la fe del enfermo, era en la medicina. La principal actividad del médico no era visitar ni cuidar enfermos, sino "crear" para ellos las medicinas adecuadas. Dar con la "fórmula magistral". El enfermo confiaba en el médico en tanto en cuanto éste acertaba a diseñar la medicina adecuada, cuyo secreto se blindaba por todos los medios posibles (uno de ellos, la receta ininteligible). Probablemente es la propia inercia la que impulsa a muchos pacientes a reclamarle recetas al médico y a acumular cantidad de medicinas, y es también esta misma inercia la que ha hecho posible el mantenimiento de una asistencia primaria basada casi exclusivamente en la receta, como sucedáneo de la asistencia médica.

Mariano Arnal