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INSTINTO

Esta palabra la hemos tomado del latín a pesar de que en esta lengua apenas se empleó, y menos con el significado que actualmente le damos. Procede del verbo instigo, instigare, instigatum, con el significado de instigar, impulsar, impeler. Fue probablemente la asimilación al participio -ctum, lo que hizo caer a este verbo en la órbita de stinguo, stínguere, stinctum, que significa apagar, igual que exstinguere y restinguere, de igual significado, con lo que nos pasamos a un campo significativo opuesto. De ahí resulta que formalmente la palabra instinctum sea un derivado de in-stinguo, instinguere in-stinctum, que constituye una auténtica contradictio in términis, puesto que la s inicial de stinguo es el residuo de un primitivo prefijo ex, incompatible con otro prefijo antepuesto in. Y es posible que sea esta anomalía la que condenó nombre y verbo al ostracismo. En efecto, apenas se usan en latín el nombre instinctus y su respectivo verbo instinguere. En su lugar usan ingenium (= aquello con lo que se ha nacido), natura, ímpetus (in pétere = tender a, inclinarse a). Situándonos por tanto en in-stigo (creo que éste es el único camino razonable), tenemos el prefijo in de dirección, más el verbo stigo, stigare, que nos da instigar, impeler, empujar. Por ahí va, en efecto, el instinto. Si nos pasamos al sustantivo derivado de stigo, stigma (= estigma), la cosa está aún más clara. Los romanos llamaban stigma a la marca hecha al fuego (imborrable por tanto), en especial a los esclavos fugitivos cuando los apresaban y se los devolvían a su amo. Tanto stigo como stigma son préstamos del griego. Stizw (stítzo) significa azuzar, herrar (marcar con un hierro encendido los ganados, esclavos, etc), (de aquí procede también di-stinguir), tatuar. El in-stinto es, pues, el conjunto de comportamientos que no responden a una elección, sino a una imposición tan fuerte e indeleble como la marca stigma (stígma) de los esclavos y ganados. Con esta marca se nace ya, por lo que los romanos prefieren llamar al instinto ingenium o natura.

La naturaleza, en efecto, dota a los animales al nacer no sólo de los órganos con su funcionalidad bien desarrollada, sino incluso con un sistema cerradísimo de programas de funcionamiento, que se han elaborado con la misma minuciosidad y por los mismos procedimientos con que se han elaborado los órganos. A eso, al conjunto de programas de ejecución, es a lo que llamamos instinto. Por utilizar un símil muy al día, la naturaleza no sólo fabrica el robot y lo dota de computadora, sino que además le instala un sistema operativo y un programa que sólo en las ejecuciones últimas le deja márgenes de opcionalidad. Pero nunca en el sistema operativo. No sólo eso, sino que la naturaleza, igual que la técnica, construye a la vez el organismo y su sistema operativo,nunca independientemente el uno del otro. Esto significa que si miramos la máquina sin atender a su funcionamiento y a sus prestaciones, estamos siendo realmente superficiales. Si analizamos organismos (vivientes) y organizaciones (conjuntos de vivientes), lo que menos nos ilustra (aunque no hay que desdeñarla) es su forma. El funcionamiento es lo realmente interesante. En el caso de los animales libres, los instintos;y en el caso de los sometidos (entre ellos el hombre), lo que se sobrepone o sustituye a éstos.

Mariano Arnal