CIRCUNCISIÓN
En realidad la fiesta que se
celebra el 1 de enero es la Circuncisión de Jesús y la
imposición del nombre que acompañaba a esta ceremonia, que es la
equivalente de nuestro bautizo.
Del latín circum (que
significa alrededor) y cisio (sustantivo derivado del verbo caedere,
que significa cortar), es la escisión del prepucio, que tenía para
los judíos una importancia capital. Era nada menos que su gran distintivo
religioso y nacional.
El pueblo judío cimentó su
identidad sobre dos ejes: la fuerte cohesión interna y el máximo
aislamiento respecto a los pueblos de alrededor. La circuncisión fue
el rito principal que se creó para dar cuerpo a estos dos objetivos.
Yahvé cerró con Abraham un pacto en virtud del cual se comprometía
a ser el Dios del pueblo que de él nacería, a condición de que él
se comprometiese a ser su pueblo. Y que la señal de ese pacto sería
la circuncisión de todo varón que de él naciese, como señal de su
consagración a Dios.
La práctica de la circuncisión
no es exclusiva del pueblo judío, pero sí que lo es con los
caracteres singulares que tiene en Israel: la circuncisión es
un acto de vasallaje del pueblo hacia su Señor, mediante el cual le
sacrifica simbólicamente cada uno de los hijos que le nacen, sacrificándole
una parte ínfima pero significativa de su cuerpo, en señal de
aceptación del sometimiento total a Dios tanto de ellos mismos como
de sus hijos.
Son muchos los pueblos, sobre
todo africanos, que practican la circuncisión, también ritual; pero
la mayoría como un rito de iniciación del adolescente, que pasa así
a formar parte de la sociedad de los adultos. Reviste la ceremonia una
gran importancia y constituye una prueba del valor y resistencia del
iniciado.
En el caso de Israel lo más
singular es que siendo el pacto entre el pueblo y su Dios, a quien
realmente quiere éste ver circuncidado, es a su pueblo, teniéndolo
así separado y distinguido de todos los pueblos, a fin de evitar que
se mezcle con ellos, con su cultura y con sus dioses. Esta práctica,
además de diferenciar cultural y religiosamente al pueblo de Israel
de los de su alrededor, constituía una considerable barrera genética,
porque en la medida en que se mantenía en vigor esa diferencia
cultural y religiosa con los pueblos vecinos, hacía imposible el
matrimonio de un circunciso en un pueblo de incircuncisos, y el de un
incircunciso con una mujer israelita, y muy difíciles las relaciones
sexuales esporádicas. De este modo la circuncisión contribuía
poderosamente a mantener separado al pueblo de Israel de los demás
pueblos, justo en la circunstancia en que la mezcla adquiere carácter
irreversible, en el acto de engendrar.
Mariano
Arnal
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