CICLO
Hay quien entiende la historia como una
sucesión lineal, hay quien la entiende como cíclica, hay quien la
entiende como una espiral... en cualquier caso se trata de
"interpretaciones" de los hechos. Los diccionarios suelen
definir el ciclo como la sucesión regular de fenómenos que se
caracteriza por el retorno a la situación inicial. A la hora de usar
metáforas geométricas para denominar las funciones sexuales del
macho y de la hembra, se ha determinado que la actividad sexual de la
hembra es cíclica, y responde por tanto a un recorrido circular que
se repite indefinidamente, mientras la del macho es puntual; es decir
que es un solo punto que además coincide con uno de los puntos del
ciclo de la hembra. De manera que mientras ésta sigue su ciclo, el
macho está paralizado en el mismo punto. No tiene recorrido sexual. O
sea que en cuanto a morfología y actividad sexual, el macho es a la
hembra lo que el punto es a la circunferencia. (Puntualización
indispensable para que la metáfora no induzca a error: una
circunferencia es una sucesión de puntos, entre los que no figura el
centro; es decir que en la metáfora, el macho no es el centro).
KukloV (kýklos)
es la palabra griega que hemos empleado para denominar todo el
desarrollo de la actividad generativa de la hembra. (Tenemos esta
misma palabra en bicicleta y motocicleta, cíclope,
enciclopedia, reciclaje). Al tratarse de un cultismo, su
significado es exactamente el mismo que en griego. Pero aplicado a la
reproducción, solemos entender por ciclo sexual el período de
reproducción en la vida del individuo. De ahí nos pasamos al ciclo
menstrual, que comprende la serie de cambios que se repiten periódicamente
en el ovario, útero y otros órganos sexuales accesorios, asociados a
la menstruación y los períodos intermenstruales. Y una aplicación más
del concepto de ciclo, el oogenético u ovárico, que es el ciclo
sexual desde el desarrollo del folículo de De Graaf, hasta la regresión
del cuerpo lúteo. De nuevo hemos hecho trampa en el lenguaje: y hemos
reducido el ciclo sexual partiendo del supuesto de que no se produce
la fecundación; como si lo que sigue a ésta fuese una actividad
digestiva o de cualquier otro género, y no sexual. El problema está
en que nos hemos empeñado en reducir el sexo exclusivamente a sus
terminales, cosa que es cierta en el hombre (en él coinciden el
principio y el final de la morfología y de la actividad sexual en un
solo punto), pero no en la mujer: ni desde el punto de vista anatómico,
ni desde el punto de vista funcional. Lo mismo ocurre con la palabra
"período" que define el recorrido sexual de la mujer (peri
/ perí = alrededor,
dando la vuelta), y se usa como sinónimo de menstruación
(del latín menstruus, que es adjetivo de mensis y
significa simplemente mensual). El problema de concepto es que ni
siquiera tenemos globalizado en una sola palabra el ciclo reproductor,
que de hecho es el ciclo sexual humano, posiblemente porque la
organización lógica de la realidad sexual y reproductora está diseñada
por hombres, desde la perspectiva sexual masculina. Es difícil
adivinar cómo hubiese estructurado y denominado estas materias la
mujer; pero con toda seguridad no lo hubiera hecho igual que lo hizo
el hombre.
Mariano
Arnal
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