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CURIOSIDADES MÉDICAS

VENCEDORES DEL COLESTEROL

Después de la racha de malas noticias para los 50 millones de consumidores de medicamentos para combatir el exceso de colesterol, vuelve por fin un rayo de esperanza. Está ya en fase muy avanzada la producción de un fármaco que frenará la producción de colesterol sin efectos secundarios. Vendrá a ser como la aspirina, dicen los creadores de este medicamento. El tratamiento costará entre 18 y 72 euros al mes (de 3.000 a 12.000 pesetas). Uno de los grandes azotes de la salud parece que está en muy buen camino, aunque el costo de la que llaman ya la aspirina del siglo XXI (tal es la euforia) será un tanto elevado comparado con el genial analgésico.

Si recordamos el origen de la aspirina, veremos que el principio activo de la misma, el ácido salicílico, es conocido desde muy antiguo por la medicina. Pero había que soportar además de un sabor insoportable, unos efectos secundarios que en muchos casos hacían peor el remedio que la enfermedad. Hasta que se dio con la feliz solución de mezclarle el ácido acético. Fue eliminar todos los efectos secundarios, no sólo sin perder ninguna de las propiedades curativas del ácido salicílico, sino reforzándolas. Recordemos también, por refrescar la memoria, que hace más de una década la aspirina sufrió una dura campaña publicitaria que cargaba sobre este medicamento, como efectos secundarios y secuelas, una buena parte del catálogo de enfermedades.

Las estatinas, que es el nombre genérico de los medicamentos inhibidores de la producción hepática de colesterol, han sufrido también recientemente un ataque demoledor, a causa de un historial acumulado de 1.100 casos graves en todo el mundo (82 en España, 6 de ellos con resultado de muerte). Saltó la alarma, en especial la propagandística, hasta el punto de que la Bayer se vio obligada a retirar del mercado la cerivastatina el 8 del pasado agosto. Cuando los fallos del medicamento se acercaron a la barrera marcada por la Agencia Americana del Medicamento (un caso adverso por cada 25.000 pacientes que lo consumen), la Bayer decidió curarse en salud y retirar estos específicos.

Cuando se lee la letra pequeña de la noticia, resulta que en todos los casos se asocia el consumo de la cerivastatina con gemfibronzilo, medicamento con el que se refuerza la acción del primero. Y una circunstancia más: los efectos adversos se han producido casi en su totalidad en enfermos de edad avanzada, con un cuadro clínico muy delicado por la coincidencia de varias enfermedades y achaques. Es evidente que el sensacionalismo hizo presa en esos casos, y la rivalidad a cara de perro entre laboratorios debió hacer el resto.

Las asociaciones de afectados por el colesterol (he visitado la página de la asociación de enfermos de hipercolesterolemia familiar) han tenido que serenar la situación y advertir a los enfermos del verdadero alcance de los casos que se produjeron. La solución no es dejar el medicamento, sino usarlo con mayor tiento, porque ese remedio es peor que la enfermedad: se producen muchos más accidentes por abandonar la medicación que por los defectos de ésta.

EL ALMANAQUE estudia hoy la palabra colesterol.

COLESTEROL

Desde que se descubrió en la segunda mitad del siglo XX que el colesterol juega un papel decisivo en las enfermedades del sistema circulatorio, y que es el responsable de la mayoría de accidentes que en él se producen, esta difícil palabra ha pasado a formar parte del léxico más coloquial. La preocupación por la dieta sana ha contribuido a su propagación. Respecto a la naturaleza del colesterol no hay ninguna duda. Desde que en 1769 Poulletier de la Salle lo aisló de la bilis, no ha cesado de conocerse más y más acerca del mismo y de sus variantes.

Lo primero, claro está, fue aislarlo de la bilis (colh / jolé), que si forma parte del nombre, es porque formaba también parte de la cosa. La definición más clara del colesterol que he conseguido encontrar, es la del Lexis 22. Dice así: Sustancia orgánica, presente en la mayoría de los tejidos y humores de los tejidos animales. Forma parte de las lipoproteínas (el prefijo lipo- significa "grasa") en forma libre o como éster (lo tenemos en col-ester-ol). Su producción es endógena, por síntesis celular que es abundante en el hígado y corteza suprarrenal, aunque también se asimila la exógena que llega con la alimentación. Su aumento da lugar a acúmulos de esta sustancia en determinados órganos, en especial en los vasos sanguíneos, donde interviene en la producción de ateromas (placas de sustancias grasas que se adhieren a las paredes internas de las arterias, que tienden a calcificarse). El colesterol es elaborado por el organismo a partir del ácido acético (acetum = vinagre) y de los acetatos.

El colesterol tuvo antes el nombre de "colesterina", caído ya en desuso. Se formó este nombre seguramente pensando en colh (jolé), bilis, humor, por haberse conocido éste desde un principio únicamente asociado a la bilis. Pero luego se descubrió que está repartido por todo el organismo, siendo la médula espinal y el cerebro, junto con la bilis, los órganos y humores que en mayor abundancia lo contienen. El segundo elemento lo hacen proceder algunos etimologistas de stereoV (stereós) = duro, sólido. Abona esta etimología el hecho de que se trata siempre de grasas sólidas, y por otra de que los cálculos biliares estén formados de colesterol casi puro.

Otra etimología interpreta el segundo elemento como formado por la palabra griega stear (stéar), que significa "grasa compacta". Está relacionado este término con el verbo steibw (stéibo) = comprimir, apretar, apisonar. No podemos saber en qué pensó quien formó la palabra colesterol (a los griegos no se les ocurrió una cosa tan complicada). En cualquier caso se trata de grasas endurecidas, solidificadas, y eso se expresa con cualquiera de las dos etimologías. Una vez aisladas las grasas de la bilis, sería más propio hablar sólo de esterol, porque ahí está el elemento perturbador: en la grasa que no sólo no se disuelve (la mayoría de las grasas son solubles, se saponizan), sino que se endurece cada vez más, obstruyendo los conductos de la sangre y poniendo en grave riesgo las principales funciones vitales.

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