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DEL DIA A DIA
- EL DÍA DE LA LUNA -
Identificada con Diana, la diosa femenina de la luz. La mujer, la casa, la familia.Medicina

RARA AVIS

Aunque a la palabra digestión, cultismo de gran calibre, se le ha perdido gran parte del valor significativo al incorporarse al lenguaje coloquial, aún es posible apreciar en ella la clarividencia de los romanos que únicamente con recursos especulativos, entendieron muy bien en qué consistía la digestión, y por eso le asignaron este nombre. Y hoy lo entendemos aún mejor, porque la industria alimentaria moderna está cimentada en la digestión (entendida en su valor original, claro está), y de ella obtiene técnicas, garantía de calidad y beneficios. Me explico: dis-gérere significa llevar (lo que sea) por distintos caminos, o sea, separar, desmontar, desintegrar. Su contrario era congérere (sup. congestum), que era la operación contraria. La verdad es que los romanos utilizaron este verbo y sus derivados para casi todo; y sólo tangencialmente se refirieron con él a la digestión, porque ésta era en todo caso una de las muchas situaciones en que se producía una digestio. Porque resulta que los alimentos no pueden ser asimilados por el cuerpo tal como se ingieren (el mismo verbo, con distinto prefijo: in-gérere es llevar para adentro), sino que han de ser sometidos a un proceso no sólo de troceado, sino de desintegración, de desorganización, para luego reorganizarlos tras la asimilación. Hasta ahí nos conducen la sutileza y la fuerza original de la palabra. Los romanos tan sólo intuyeron que esto era así; en efecto, entre los muchos valores que para ellos tenían el verbo digerir y el sustantivo digestión, sólo muy ocasional y escasamente emplearon estos términos con el valor que hoy les damos; y esto lo hicieron en tanto en cuanto era una aplicación más del troceado o disgregación en partes de un todo. Les interesaron mucho más los digestos, que representaron un gran adelanto en la presentación de textos (acabó especializándose la palabra para los textos legales). El hecho de presentar desmenuzado un texto, titulando y numerando sus partes, era de por sí un avance extraordinario en orden a su claridad y a las posibilidades de comprensión. Esos eran textos digeridos, no digeribles. La digestión acababa cuando se había completado el desmenuzamiento necesario para hacerlo asimilable. En ningún caso el concepto de digestión implicaba el de asimilación. Aplicado a la forma de editar los escritos, se consideran los "digestos" como mejor opción: todo el texto troceado para así estructurarlo. La auténtica digestión es el troceado, el despiece del texto. Todo lo que sigue es la extensión del significado a las siguientes fases: el ordenamiento e incluso la asimilación. El formato en digesto no representa por sí mismo ninguna garantía de comprensión y asimilación. Esta misma publicación empezó en forma más digesta que la actual. Pero en vista de que había que sacrificar parte del contenido a la forma, dejando inacabado el tema, acabamos optando por el formato "indigesto" que ofrecemos actualmente. La limitación de espacio que nos hemos impuesto (es bueno imponerse límites), y el empeño en dejar cada tema tan completo como sea posible, ha hecho que renunciásemos al anterior formato. Pero eso no significa que hayamos optado por lo indigerible: los textos básicos suelen ser el resultado de un esfuerzo de compresión y de síntesis, es decir que ya ha sido troceado y se han eliminado de él las partes prescindibles.

EL ALMANAQUE descubre hoy la maravilla léxica del verbo digerir y del sustantivo digestión. Nos quedamos totalmente fuera del contexto fisiológico al que pertenece actualmente.