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DEL DIA A DIA
- EL DÍA DE LA LUNA -
Identificada con Diana, la diosa femenina de la luz. La mujer, la casa, la familia.Medicina

EL NEGOCIO DE LA DEBILIDAD

Infirmus es el "no firme", el débil. Si se quiere vivir de él, es preciso cultivar al mismo tiempo al débil y su debilidad. Es trabajo tan importante para el colectivo de médicos cuidar al enfermo como a la enfermedad. Una ingente maquinaria propagandística se cuida de ampliar constantemente el mercado del médico y de los laboratorios. Se decubren, se denominan, se evalúan constantemente nuevas enfermedades o nuevos filones de una misma enfermedad. Si la regeneración y ampliación del mercado de la enseñanza funcionase con la misma eficacia que funciona el de la medicina, nuestro nivel cultural sería envidiable; y a un costo muy inferior. El espectáculo de los grandes congresos de medicina y las cifras que en ellos se barajan (que siempre se traducen en cifras de negocio), más parecen destinados a cuidar el negocio que a cuidar al enfermo. Éste es siempre una cifra más: la más importante, la más lucrativa. Y para eso, para que el mercado siga creciendo, hay que introducir no sólo nuevos conocimientos médicos, sino también nuevas filosofías. Por ejemplo la de la prevención, tan beneficiosa para el médico como para el paciente; y por ejemplo la de que un delincuente no es más que un enfermo. Nuevo filón de trabajo y de poder. Claro, en el foro se necesitan tantos médicos como jueces. Con ello gana, claro está, el colectivo de médicos (y el de los laboratorios en la medida en que a quienes están recluidos por enfermos, hay que administrarles medicinas). Resulta que cualquier delincuente puede echar mano de una enajenación mental transitoria o permanente según le convenga. Al médico le va muy bien que la justicia tenga que contar con él. A quien ya no le va tan bien es a la víctima y a la sociedad en su conjunto porque con ese nuevo invento de que en las conductas que redundan en perjuicio del resto de la sociedad no hay maldad, sino enfermedad; y que no se trata de castigar al delincuente, sino de curar al enfermo, con ese invento el pobre enfermo no es responsable de nada: como si pilla un resfriado por ahí. Doctores tiene la Seguridad Social para que le curen, y centros de rehabilitación (que no cárceles) para que no le falte de nada. Con eso de que los pobres delincuentes son enfermos, han mudado de conciencia. ¡Y tanto que sí! Pueden ir por ahí con la cabeza bien alta; que uno no tiene por qué avergonzarse de ninguna enfermedad. Y tampoco tienen por qué preocuparse por las reincidencias, porque eso forma parte del cuadro de la mayoría de enfermedades. El enfermo, pobrecito, lo único que tiene que hacer es colaborar con sus terapeutas, a fin de alcanzar lo más pronto posible su rehabilitación, y salir de su encierro terapéutico. Si alguien ha de preocuparse, son las víctimas, totalmente indefensas entre tanto, tantísimo psicópata, que les da a uno por robar, a otro por matar, a otro por violar, a otro por hacerlo con sadismo, y encima con menores, siempre con resultado de gravísimas lesiones sobre todo psíquicas (estos son los auténticos enfermos) y a menudo también muertes. Pero qué vas a hacer, pobrecitos, si están enfermos, si son unos psicópatas que padecen de la psique. ¡Más pena tienen ellos! Y como eso es así, la sociedad empieza a estar harta de tanta guasa: la sublevación se inició en Inglaterra, donde un periódico ha empezado a publicar la lista de los ciento cincuenta mil pederastas convictos, confesos y teóricamente rehabilitados del Reino Unido, es decir con la pena cumplida. Pero claro, garantía de curación, ninguna. Eso es mucho pederasta suelto, ¿no? ¡Y los que se irán contagiando!

EL ALMANAQUE examina hoy la palabra y el concepto de psicópata