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DEL DIA A DIA
- EL DÍA DE LA LUNA -
Identificada con Diana, la diosa femenina de la luz. La mujer, la casa, la familia.Medicina

CURIOSIDADES LÉXICAS

A nuestros primeros padres, por llamarlos de alguna manera, les costú una enormidad crear las primeras palabras; es posible que tuvieran que emplear varios milenios en la creación de cada una de ellas. En primer lugar porque cualquier cosa es más difícil en sus comienzos, y luego porque tuvieron que ir construyendo al mismo tiempo el léxico y la gramática. Nos puede servir de referencia el cómputo del tiempo que tarda un niño en formar la primera palabra: los padres pasan meses y meses sin acabar de estar seguros de cuándo da el salto de la simple articulación de sonidos a la primera palabra, y de ésta al lenguaje propiamente dicho. En cada momento, claro está, disponían de las palabras que correspondían a su actividad: deducimos que el hombre desarrolló y perfeccionó el lenguaje siendo cazador, muchísimo antes de la agricultura y la ganadería, porque de lo contrario jamás se les hubiese ocurrido crear la marca gramatical de machos y hembras, es decir el masculino y el femenino. Sería razonable deducir también que en ese momento de la evolución del lenguaje, los animales debían constituir el grueso de los intereses y afanes de nuestros tatarabuelos; de otro modo no se explica que quedase arrinconado el neutro, el género gramatical con que se marcaba lo que no era ni macho ni hembra (ne-uter, ne-utra, ne-utrum significa "ni lo uno, ni lo otro"), es decir las cosas inanimadas. Tan arrinconado quedó, este género, que casi ha desaparecido de nuestras lenguas. El resultado fue que al no tener opción de marcar las palabras con ese género, nos vemos obligados a incurrir en el absurdo de clasificar todas las cosas en machos y hembras. Es un evidente anacronismo que nos traslada al "crono" en que esto era si no lo único, sí lo más importante y abundante. Con lo que obtenemos una información adicional, y es que en ese momento el léxico contaba con muy pocos centenares de palabras, tirando largo, porque no podían ser tantas las especies que por un motivo u otro formasen parte de los intereses vitales del hombre. Después de la caza fue la agricultura la gran proveedora de palabras para denominar las nuevas realidades que se fueron creando. De ahí se sacó, por poner sólo un ejemplo, el término que los romanos emplearon más habitualmente para expresar el pensar (putare), que no era otra cosa que podar, mondar, limpiar; del adjetivo putus –a –um, generalmente acompañado de purus –a –um, que significan uno y otro, puro, limpio. Y ¡hay que ver el juego que ha dado la palabra! De ahí pasamos a computare, contar, que ha dado lugar a todo lo relacionado con las computadoras (que en español llamamos ordenadores). Y ya en otros ámbitos, la imputación, la reputación, la diputación, el diputado...

Cuando a partir del Renacimiento se inició la estructuración del estado, hubo necesidad de incorporar nuevas palabras para denominar en todas sus partes la nueva realidad que estaba tomando cuerpo. Y resulta que de la medicina se sacaron no pocos términos. El concepto de gobierno se obtuvo de la náutica (gubernator era el piloto o capitán de una nave; por cierto, de aquí sale también la cibernética por la puerta del griego: kybernetes es el piloto de la nave); los ministros salieron del servicio doméstico (en latín, minister es el criado). En cambio, los conceptos de organización, organismo, órgano, son de origen anatómico. Otro tanto tenemos con los miembros y sus funciones...

EL ALMANAQUE examina hoy la palabra anquilosamiento, que ha pasado de la medicina al léxico común.