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LÉXICO

¡¡ NACIONALISTAS !!

"¡Nacionalistas, ellos!" (Hay que explicar que ellos son España y Francia, y que estas palabras son de Arzallus). Acaba de trasladarse "oficialmente" (desde la oficialidad nacionalista, se entiende) la palabra nacionalista de la columna de las palabras elogiosas, a la de palabras oprobiosas. Arzallus acaba de convertirla en insulto y acusación. Ya pronostiqué al principio de la guerra de Clinton contra Milósevich que esta guerra no era nada buena para los nacionalistas, porque ofrecía la cara más siniestra del nacionalismo, y permitía a los antinacionalistas clandestinos, llenarse la boca hablando mal del nacionalismo (eso sí, siempre adjetivado: totalitario, radical, excluyente, proteccionista...) con lo que conseguían desacreditar el nacionalismo a secas. Hay que ver en dos meses de guerra cómo se ha degradado esta palabra en manos de Milósevich y de la OTAN. Arzallus ha sido el primero en convertirla en insulto abiertamente, sin tapujos. Porque hay que ver cómo han disfrutado los antinacionalistas pronunciándola aviesamente. Alerta, pues, que se ha abierto oficialmente la veda del antinacionalismo. Y quien ha cortado la cinta ha sido justamente uno de los dos nacionalistas por antonomasia.

Se nos ha desestabilizado el lenguaje, y ahora hemos de ver por dónde van a ir los tiros. Ha llegado la hora de situar la palabra nacionalismo en toda su dimensión histórica, de darle a más de uno en los morros con la palabra nacionalismo; la hora de trasquilar a los que fueron por lana. Ahora se fundamentarán históricamente los insultos de "fascistas" y "nacis" que reciben los españoles y los franceses por parte de los hasta ayer nacionalistas "a buena parte". Ahora les recordarán sin ningún pudor que "nazi" no es más que una abreviación de "nacionalista"; que el fascismo fue la forma especial del nacionalismo de Mussolini. Que se tienten unos y otros la ropa, a ver si están en condiciones de tirar piedras contra los nacionalistas.

Lo peor que le puede pasar a una palabra es convertirse en un insulto, es decir en arma arrojadiza para lanzarla contra otro. (Insultar procede de in más salio, salire, saltum; significa, por tanto, saltar contra alguien). Desde el momento que se lanza esa palabra como acusación (fundada) o como insulto (con o sin fundamento), es que se ha acabado ya su prestigio; se convierte en palabra nefanda (que no ha de ser dicha). Recuérdese a estos efectos lo que le ha ocurrido a Hostia, la palabra más santa de nuestra sacrosanta religión. Al utilizarse como un reniego ha perdido su santidad. Se ha convertido en palabra nefanda. Y probablemente detrás de ella estuvo el nacionalismo español contra los judíos y los moros (ver web). La palabra nacionalista se quedará para Milósevich y para los opresores de los nacionalistas, que tendrán que buscarse otro nombre sin contaminar. Aún tardará en aparecer la nueva denominación. Estaré atento al nacimiento de la criatura. De momento aún no ha sido ni engendrada. Se han precipitado los acontecimientos, y un nombre no se improvisa ni puede ser hijo del capricho. Así, tendremos que seguir usando la palabra nacionalista tanto para el opresor como para el oprimido, igual que usamos el nombre de huésped tanto para el hospedador como para el hospedado.

Mariano Arnal

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