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LÉXICO

DEBATE 

Una de las piezas fundamentales de la democracia es la confrontación de ideas por todos los medios, entre los cuales el más espectacular y el que mejor permite a los electores confrontar las ideas, los programas y los talantes de los candidatos, es el debate público, con luces y taquígrafos. Pero ¿qué es en verdad un debate? ¿Qué tiene el debate para que siempre esté interesado en él el aspirante, pero nunca el instalado? 

Desde el punto de vista léxico es ésta una palabra muy sugerente. Pertenece al grupo formado por batir, debatir, rebatir, abatir, combatir, imbatible. Viene del verbo latino bátuo, batuere (con una t o con dos; en italiano han preferido las dos), del que hemos conservado intacto el significado. Digamos que expresa la acción de golpear repetidamente, con cierta energía pero con suavidad; vamos, sin dar a matar. El sustantivo batus que significa zarza o espino, y que podría estar en el origen del verbo, podría ser una clave de su significado original. Es posible que se tratase de golpear con varas de espino, una progresión acaso del verbo verberare (= azotar), que tiene toda la pinta de haber pasado antes por verbenare (=golpear con verbena, es decir con ramas de plantas sagradas). Claro que todo esto son osadas especulaciones. Los lexicólogos no se atreven a fijar el origen del verbo batuere. Lo que sí está claro en cambio, es que desde batir huevos a batir en el mortero (battuarium lo llamaban) y a batirse (con varas, no con armas incisivas), desarrollaron ya los romanos todas las aplicaciones de este verbo. 

Tales antecedentes nos obligan a mirarnos los compuestos desde la perspectiva del golpear suave y deportivamente, sin tirar a matar; más bien por zurrarse la badana. Así un debate no es más que una confrontación dialéctica sin intención de aniquilar al contrincante; algo más cerca del batir huevos o del primitivo concepto romano de batirse; cerca incluso del sentido metafórico obsceno que señala Cicerón, sugerido por la imagen del mortero y más de lejos por los bastones con que se batían. Pero nada de zurrarse en serio. 

Al pasar la palabra al español, hizo fortuna y experimentó un desarrollo extraordinario, tal que permite utilizar el verbo tanto para un batido como para una batida; y aplicarlo igual a un batidor que a un batería, e incluso a una batería. Cada uno a su modo, todos baten. Y si vamos a los compuestos, es preciso decir que los romanos apenas usaron la forma debatuere, el antecesor de nuestro debatir, que en todo caso le añadía valor intensivo o perfectivo al verbo simple. Otro tanto ocurre con los demás compuestos. En español en cambio, hemos optado por asignarles a cada uno un significado especializado: para el campo dialéctico quedaron reservadas las formas debatir y rebatir.  

Yendo a la aplicación política del debate, está claro que en un sistema de libre concurrencia por el poder, es necesario que en el momento de las elecciones los candidatos se batan el cobre ante los electores, porque éste es con mucho el mejor medio que tienen éstos de valorar la fuerza y la consistencia de cada uno. Hurtarles los debates a los electores es una especie de fraude de ley, por desgracia demasiado frecuente. 

Mariano Arnal

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