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DEL DIA A DIA
EL DÍA DE MERCURIO
. Enseñanza

DEL ENSEÑAR DIVIRTIENDO, AL DIVERTIR SIN MÁS

La enseñanza va dando tumbos. Cada vez es más evidente que el nombre se le ha quedado anticuado a esta actividad. Fue íntegramente enseñanza en otro tiempo. Pero tanto los responsables políticos de la escuela como los docentes, empezaron a hacerse preguntas: ¿Qué hacemos? ¿Qué debemos hacer? ¿De qué manera podemos poner la escuela al servicio de la causa? ¿No está la causa por encima de todo? Para la gente de fe, sólo puede haber este orden de prioridades: ante todo y sobre todo, la causa; y después, que sea lo que Dios quiera. Y aquí que se han venido a la escuela cada uno con su fe y sus dogmas, que no han de entrar en forma de lecciones y de doctrinas, no, que aburren; sino de la forma más divertida posible. Ahora las doctrinas, sean las que sean, se promocionan de forma lúdica. Un mitin es ante todo espectáculo, diversión. Se hace el discurso porque forma parte del ritual, pero no es lo esencial, ni mucho menos. Y los más avanzados en la Iglesia van también por ese camino: nada de aburrir a la gente con rollos. No hay que convencerlos; hay que encandilarlos, seducirlos, hacerlos seguir; es el bautismo de inmersión: por el simple hecho de estar, hay que impregnarse de valores, de doctrinas, de actitudes. Sin necesidad de enseñar, ni de aprender, ni de ejercitarse. Lo más importante, el objetivo esencial de la escuela está garantizado. Con lo demás se hace lo que se puede: si aprenden algo, encantados de la vida; si no, nada de frustraciones, que en lo esencial el éxito es clamoroso. Es que en efecto, los grandes valores por los que tanto se preocupa la reforma, no hay manera de meterlos con las matemáticas o la gramática o la química. Pero es igual, como son lo esencial, hay que poner la nota de valores adquiridos, también en estas disciplinas. ¿Que no se alcanzan los niveles de aprendizaje deseables? ¿Que no ha habido manera de divertir al personal enseñándoles esas cosas? Pues no importa demasiado, se les divierte aunque no se les enseñe, que los valores siguen su curso. Y cada vez es más difícil enseñar, porque los alumnos están viciados a que se les dé todo mondado, triturado, edulcorado, divertido. Y no es posible la progresión al infinito; hay disciplinas que son para masticar y ejercitar la dentadura, y que exigen una condimentación fuerte, y estómago resistente. Con ellas no va la diversión y el aprender sin enterarse. O se accede a ellas con esfuerzo, o nada. Pero para eso está eso que llaman la atención a la diversidad. De momento tienen escolarizada toda la diversidad imaginable: la tienen divertida y entretenida. La diversidad es compatible con la diversión, pero no con el estudio, con el esfuerzo serio por aprender. Hay una diversidad que de momento, y desde que empezó la reforma, no ha parado de perder terreno: es la de aquellos que pretenden aprender, y que al recibir una atención tan dispersa entre tantas otras diversidades, se ven desatendidos a medias y atendidos a medias. Parece que a la larga se impondrá la solución de juntar los alumnos primero en aulas en las que se les selecciona precisamente en razón de esa diversidad, puesto que la diversidad contraria se ha hecho ya muy común; es la diversidad de aulas; que desembocará finalmente en la diversidad de los propios centros: cada centro de enseñanza se distinguirá por el perfil de sus alumnos. ¿Es eso nuevo?

EL ALMANAQUE se ocupa hoy del concepto de divertido, íntimamente relacionado con la diversidad, y las maniobras de diversión.