De momento, a 1 de enero del 2.000 no se ha producido ningún
movimiento de milenio. Estamos hoy en el mismo milenio en que estábamos el 31 de
diciembre de 1999. Hemos entrado en el millar (sustantivo colectivo cardinal), pero no en
el milenio (sustantivo más que colectivo, durativo, acompañado generalmente del
respectivo ordinal). El hecho de estar en el mismo lexema induce a error. Pero de la misma
manera que en los números un orden distinto determina valores distintos (no vale lo mismo
el 1 en el último lugar que en el penúltimo), también en las palabras una jerarquía
gramatical distinta determina valores distintos; aunque se trate de lexemas de orden
matemático. No es lo mismo 1 que primero (el 1 es sólo 1, mientras el primero implica al
menos un segundo); ni es lo mismo 100 que centenario; ni es lo mismo mil que milenio, ni
que milenario (y no digamos ya milésimo). Es lo mismo 100 años que un siglo, pero
la palabra siglo seguida de su ordinal, tanto puede expresar la totalidad del respectivo
período de 100 años, como un punto cualquiera o una extensión cualquiera en ese
período.
Mil procede del latín mil.le. Su plural es mil.lia
(pronunciado con doble l), y también milia, que dará lugar a la milla. El
uso del singular y del plural era muy parecido al nuestro. En la medida de longitud se
usó indistintamente el singular y el plural: César decía indistintamente mille
passus (mil pasos) que mille passuum (un millar de pasos). El latín tenía el
adjetivo distributivo milleni = de mil en mil. El adjetivo milliarius, que
tampoco tenemos en español, que se aplicaba a aquello que contenía la cantidad de mil: clivus
milliarius = pendiente de mil (pasos); milliaria cohors = cohorte de mil
(hombres). La sustantivación de este adjetivo en la forma neutra (milliarium)
designaba la columna o la piedra millar, que señalaba en las calzadas cada millar de
pasos, es decir cada milla. Largo tenía que ser el paso romano, porque una milla romana
tiene 1.480 metros. Esta palabra se usó también para denominar el millar de lo que
fuere. Obviamente el latín clásico no conoció el millenium, que aparece en el
bajo latín con ocasión del milenarismo, una doctrina según la cual al cumplirse
el milenio sería la segunda venida de Cristo para juzgar al mundo. (Los judíos tenían
su propia doctrina milenarista respecto a la venida del Mesías. La palabra millenium está
calcada de las preexistentes biennium, triennium etc. en que el primer elemento
hace referencia al número, y el segundo a annus = año. En la Edad Media, al
acercarse el año 1.000 se tomó conciencia de milenio y de milenarismo. La forma en que
nos ha afectado el terrorífico efecto 2.000, en una sociedad tan racional y tan segura de
sí misma, nos puede dar una idea de lo que representó la psicosis del milenarismo.
Alemania, Francia e Inglaterra fueron las que con más intensidad sufrieron el pánico del
milenio. Esto dio lugar a un cambio de conductas con una mayor inclinación a la piedad y
a las buenas obras. Aumentaron de forma muy ostentosa las donaciones a las iglesias y
monasterios y se restauraron en Italia y en las Galias numerosas iglesias especialmente en
el trienio anterior al año 1.000, para preparar dignamente la venida de Cristo. Se han
cargado las tintas sobre este fenómeno, que existió sin ningún género de duda.