EVOLUCIONISMO
Hemos de empezar por el volumen: es una palabra latina con
la que se designa cualquier cosa enroscada, enrollada o que da vueltas sobre sí misma: la
serpiente, el remolino de agua o el torbellino de viento, el libro (era una hoja continua
enrollada), el legajo de documentos, cartas, etc. que se guardaba siempre enrollado. A
todo eso se le llamaba volumen. Es una sustantivación del verbo volvo, volvere,
volutum, que significa dar vueltas, hacer dar vueltas, hacer rodar, revolverse; y por
referencia exclusiva al volumen (=libro), significa hojear, examinar, estudiar,
meditar, reflexionar, considerar. Partiendo de aquí, del libro-volumen, es decir de la
forma primitiva del libro, que es el rollo, se forma el verbo e-volvere, que
significa desenvolver, desenrollar el volumen. Y de ahí el sustantivo e-volutio (des-envolvimiento;
forma vulgar, des-arrollo), que significaba especialmente lectura de un libro,
porque coincidían la acción de ir leyendo y desenrollando o desarrollando, tanto el
continente como el contenido. Es de observar que los romanos usaban indistintamente los
verbos evolvere y legere para referirse a la lectura: librum evolvere
era leer un libro; pervolutare (prefijo intensivo y desinencia iterativa) era leer
con frecuencia. Con el cambio de formato del libro de rollo a pliego, se pasó de
desarrollar (desenrollar) a explicar (desplegar), siguiendo con la tendencia a referirse
al continente en vez del contenido. Fieles a esta tradición metafórica, los forjadores
del término evolución pensaron en cada ser vivo como un volumen en que
está todo escrito desde un principio, y que a medida que se desenrolla o se desarrolla,
va apareciendo aquello que ya estaba en el mismo germen. Fue a esta idea, que luego se
denominó preformación, a la que primero se asignó el nombre de evolucionismo.
Evolución se opone a involución
(evolución regresiva; envolverse o enrollarse en vez de desenvolverse o desenrollarse), y
a revolución, en la que el proceso no es lento y continuo, sino brusco y
rupturista (el prefijo re en este caso indica aceleración o intensivación del
proceso). Está claro, pues, el sentido de la palabra: la visión de la totalidad de los
seres vivos, incluido el hombre, como un todo continuo, siendo las formas más complejas,
resultado evolutivo de las más simples. El evolucionismo es la teoría opuesta al fixismo,
llamado comúnmente creacionismo. Se le llama así porque esa fue la creencia de
todo occidente, por el pasaje del Génesis, en que se narra la creación por Dios de las
especies animales terrestres por una parte, las acuáticas por otra, las aves por otra,
los vegetales también aparte, y finalmente el hombre, totalmente desligado de los demás
seres vivos. El enfrentamiento entre el evolucionismo y el creacionismo fue durísimo,
hasta que por fin la Iglesia aceptó que la Biblia no era fuente de conocimiento
científico (Galileo tuvo que abjurar de su teoría heliocéntrica ante el papa -¡Eppur
si muove!). Fue posible este enfrentamiento porque si bien tenían los naturalistas
muy clara la idea de la evolución de las especies (era una intuición casi inevitable a
partir de la clasificación de Linneo), les costó mucho dar con explicaciones sólidas
que se tuvieran en pie. La lucha por la supervivencia, la teoría de que la necesidad crea
el órgano, la teoría de las mutaciones... fueron otros tantos caminos que exploraron los
evolucionistas; y más tardaron aún en hallar pruebas que confirmaran sus tesis.
Mariano Arnal
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