AUTÓFAGO

Al clasificar los animales en razón de lo que comen, formamos las palabras con el sufijo -voro, del latín voro, vorare, voratum, que significa que comen o devoran carne, hierba, grano, insectos, etc. El significado que tenemos en español es el mismo que hemos heredado del latín: engullir con avidez o incluso con rabia, comer con ansia. Explica claramente Cicerón que de los animales, alia sugunt, alia carpunt, alia vorant, alia mandunt = unos chupan, otros se alimentan de vegetales (pacen), otros devoran (carnívoros), otros mastican (comen pausadamente). Está claro, por tanto, que la desinencia -voro no se eligió por su valor genérico de comer (que no lo tiene), sino porque se prestaba mejor a la formación de compuestos.

Otra serie de palabras las formamos con el sufijo -trofo, que se diferencia en que el sujeto al que se refiere no se alimenta por sí mismo, sino que es nutrido por otro. De todos modos la forma pronominal nutrirse permite una mejor aplicación de esta desinencia. Su origen es la palabra griega trojoV (trófos), con la que se designa a la persona que alimenta, o el mismo alimento. Y finalmente tenemos la desinencia jagw (fágo, de jagomai / fágomai = comer), que es la adecuada para expresar la acción de comer sin connotaciones especiales. La tenemos en antropófago, aerófago, sarcófago...

Probablemente haya que buscar la definición de la especie humana también en lo que come, del mismo modo que sabiendo lo que comen el carnívoro, el herbívoro, el insectívoro, etc., sabemos cómo son cada uno. Si analizamos seriamente la vida del hombre, vemos que nuestro máximo quehacer es mantenernos o alimentarnos los unos a los otros, o más exactamente los unos de los otros. No tenemos otra fuente de alimentación que nosotros mismos (transformados en trabajo-producto). Del mismo modo que para definirnos, es decir para entender qué es lo que nos hace distintos de los demás animales (con la única excepción de las que hemos convertido en especies asociadas) es preciso introducir la distinción entre animales sometidos a explotación y animales libres, también cuando se trata de distinguir a las distintas especies por lo que comen, sería muy clarificadora la distinción entre animales que obtienen su principal alimento de otras especies,y los que lo obtienen de otras especies, sean animales o vegetales. Desde esta perspectiva es evidente que en las demás especies sólo las crías, y únicamente mientras no son capaces de alimentarse por sí mismas, son alimentadas por la madre. No ocurre en ninguna otra especie que los individuos sigan siendo alimentados por la madre después de haber alcanzado la capacidad de reproducirse. Ni ocurre en ninguna otra especie que sus individuos tengan que embuchar alimento en exceso, y alimentar con él a otros individuos adultos. Esta situación no es más que el resultado evolutivo de la característica alimentaria diferencial de la especie humana: el hombre es autófago a piñón fijo (otras muchísimas especies lo son sólo esporádicamente: se alimentan de sus crías en la medida en que éstas se dejan). El hombre es la única especie en la que el alimentarse a costa del sudor de los congéneres es la forma propia, evolución de la forma más anticuada de alimentarse de su carne y de su sangre.

Mariano Arnal

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