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ARTICULOS - ECOLOGIA

CONFLICTOS FLUVIALES

Empecemos por dejar sentados algunos axiomas: son los r�os los que hacen los pueblos, y no a la inversa. Y por consiguiente son los r�os los que dan nombre a los pueblos y a las tierras. Fue el �ber el que dio nombre a los iberos (o �beros) y a la propia Iberia. Es por tanto el r�o la realidad dominante; no el territorio ni los pueblos. Segundo axioma, corolario del primero: los r�os tienden a configurar unidades pol�ticas: mientras los pa�ses ribere�os del Jord�n no acaben formando todos ellos una unidad pol�tica (aunque sea tan s�lo una confederaci�n de estados independientes con muy pocas responsabilidades federales, entre ellas el r�o), hasta que tal unidad no se consiga, no habr� paz con seguridad en la zona. Por eso se entiende tan mal que a la hora de hacer el ordenamiento hidrogr�fico de un �rea geogr�fica, cada una de las unidades pol�ticas por las que discurre el r�o, se considere propietaria del caudal (de todo el caudal) del mismo. Tercer axioma: hasta el presente, los pueblos ribere�os (que al final acaba siendo sin�nimo de rivales) se han peleado entre s� por ver qui�n explotaba y degradaba m�s el r�o, intentando cada uno sacar partido del vecino de arriba, sin sentirse obligado por ello a tributar id�nticos servicios al vecino de abajo. Esto acab� como ten�a que acabar: en unidad de dominaci�n. En Egipto y en Mesopotamia se fue forjando la unidad pol�tica de abajo arriba, obviamente, porque es el que est� en el curso bajo del r�o el que ha de forzar al de arriba a la servidumbre de paso de los canales de riego. Mientras no es la dominaci�n la que impone el respeto al r�o, el que est� m�s arriba se cree con derecho a usarlo al mismo tiempo como arteria y como vena. Obtiene de algo m�s arriba el agua limpia, y la devuelve sucia m�s abajo. Por eso tienden los r�os a estar integrados en unidades pol�ticas. Esta necesidad se hace tanto m�s sensible cuanto m�s necesaria es su utilizaci�n. Mientras las aguas son superabundantes, capaces tanto de abastecer al consumo como de absorber sin da�o visible las aguas residuales, no dan lugar a conflictos. El problema se presenta cuando empieza a escasear el agua, o cuando los del curso alto les hacen llegar a los del curso bajo un r�o tan degradado que no es apto ni para el consumo de boca ni para el regad�o. Cuarto axioma, �ste de ra�z l�xica: s�lo es propietario un pueblo del caudal de un r�o, cuando �ste nace y muere en el territorio de ese pueblo. Si el r�o discurre por m�s de una unidad pol�tica, s�lo del lecho son propietarios los pa�ses o regiones por donde �ste pasa, pero no del caudal. No s�lo eso, sino que estos pa�ses han de considerar que su tramo de cauce est� sujeto a servidumbre de paso para el caudal com�n a todos los pa�ses, regiones o pueblos por los que discurre la corriente. Es razonable, por tanto, que pretendan cobrar por el mantenimiento del cauce, como hay que pagar a las compa��as suministradoras de agua corriente por el mantenimiento de las conducciones tanto de agua potable como de aguas residuales y depuraci�n; pero no por el agua, que no es propiedad de la compa��a sino del com�n de los ciudadanos. Es bueno por tanto que nos mantengamos en la distinci�n entre el cauce y el caudal; y que entendamos que los caudales pertenecen pro indiviso al conjunto de las comunidades por donde �stos discurren, y no a cada una de ellas. Y si pertenecen a comunidades m�s amplias, hay que entender que los caudales han de ser administrados en beneficio de toda la comunidad, no de la que es propietaria del cauce, y que no pueden vender el agua, que no es suya, sino los servicios, si es que los dan.