SEXUALIDAD
Seguramente que si dijésemos que la sexualidad es la manera de
entender y vivir el sexo, estaríamos dando una buena definición. Los diccionarios ponen
el acento en la realidad sexual: Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas
que caracterizan a cada sexo; o conjunto de fenómenos sexuales, o ligados al sexo;
o bien apetito sexual. Silencian (seguramente porque choca con una línea
ideológica en pleno auge) que la anatomía condiciona no sólo la fisiología (el
comportamiento químico-mecánico) sino también unos determinados cuadros de conducta. El
que tan acertadamente llamamos "instinto maternal", por poner sólo un ejemplo,
no es en absoluto ajeno a la estructura anatómico-fisiológica de las hembras, sino que
es consecuencia de ésta. En términos específicamente humanos diríamos que la anatomía
y la fisiología femenina dan lugar a un psiquismo femenino (con unos mínimos comunes en
todas las especies del mismo rango); y que la anatomía y la fisiología masculina dan
lugar a unos cuadros de conducta masculinos, también con unos comunes denominadores en
todas las especies de igual rango.
Vamos al léxico. Con el sexo pasa lo
mismo que con el control. Son palabras de muy reciente introducción en el lenguaje
y que de repente lo inundan todo; por eso es razonable preguntarse si antes de ponerse en
circulación no interesaba el sexo o no había ningún tipo de control. La respuesta es
obvia. Del sexo se ha hablado siempre, pero con otro nombre. Lo realmente nuevo es la
sexualidad, convertida gracias a Freud en la clave de muchas cosas, y si uno se deja
llevar por él, en el gozne alrededor del cual gira toda nuestra vida. De hecho se le
puede seguir la pista a la palabra sexo hasta 1440. Sus derivados no aparecen hasta
finales del siglo XVIII. Antes de la irrupción del sexo como gran materia científica, no
se decía "hablar de sexo", que no es lo mismo que "hablar del sexo",
(¡sutilezas de la lengua!), sino "hablar de mujeres". Su complementario es
"hablar de hombres"; pero curiosamente desde el propio latín "hablar de
sexo" es "hablar de mujeres". Parece, en efecto, que sexus es de la
familia de tekoV (tékos), derivado de tiktw (tíkto), que significa parir, por lo que además de
significar "sexo", se usaba para denominar específicamente el sexo femenino y
también como colectivo de mujer, es decir sexus = las mujeres. En efecto, a la
hora de formar el adjetivo sexualis, sexuale nunca le dieron los romanos el
significado de "sexual", sino el de "propio del sexo femenino",
"femenino".
Lo que en cambio sí es nuevo como tema es la sexualidad. Esta
palabra se creó ex novo hace apenas dos siglos. Lo que realmente recoge este
término no es tanto la configuración anatómica y fisiológica del sexo, sino el
comportamiento sexual, que está sometido a una severa revisión cuyo eje es la total
desvinculación de las conductas sexuales de cualquier valoración ética en cuanto
puramente sexuales. Lo único que persigue la ley y que condenan los códigos éticos al
uso son la corrupción de menores y las conductas que conllevan violencia o engaño. Por
lo demás, permisividad absoluta. La sexualidad está cambiando. Y mucho.
Mariano Arnal
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