PUTA
Buscas esta palabra en el diccionario latino y te llevas una gran sorpresa: Puta
(en mayúscula). Nombre propio, femenino, de puto, putare, putatum; diosa
protectora de la poda de los árboles. Otra acepción: puta (imperativo de puto),
es decir, por ejemplo, verbi gratia, a saber. Ut puta = como por ejemplo. La
expresión popular valenciana puto qui (que cita Corominas) con el valor de "a
ver quién", no puede traer su origen más que de este valor latino. No olvidemos que
el latín fue la lingua franca de Europa durante toda la Edad Media y la mayor
parte de la Moderna, en los ambientes cultos. Para acercarnos más al valor que tiene
actualmente esta palabra, hemos de pasarnos al masculino putus, que significa
muchacho, chico. Y es por aquí por donde la palabra deriva hacia el significado actual.
El propio Virgilio nos pone en la pista del uso ya torcido: Dispeream, nisi me perdidit
iste putus; sin autem praecepta me vetant dicere: sane non dicam, sed me perdidit iste
puer. "Me perderé, si es que no me ha perdido ya este puto; pero puesto que las
normas me prohíben llamarlo así, no se lo llamaré, sino que diré 'me ha perdido este
chico'." Si la prostitución empezó por la mujer, el puterío empezó por el hombre.
Me explico: los romanos (y antes que ellos los griegos) con la misma lógica que ahora
decimos "mi chico" o "mi chica", decían también "mi niño"
o "mi niña". Y hubo épocas en que se llevó mucho el hetairismo, que sólo
excepcionalmente era femenino (piénsese en las etaireiai / hetairéiai = heterías) y que por definición no podía ser servil
(en este caso hubiese perdido todo su prestigio). La diferencia entre la prostitución y
el hetairismo está en que éste no era solamente sexual, sino además sexual (es
célebre la anécdota de Platón ofreciéndose en la cama a su maestro Sócrates para
mostrarle su profunda admiración de discípulo). A su chico o su "niño" los
romanos no podían llamarlo "puer" porque con este nombre denominaban
habitualmente al esclavo (y para la esclava, puella; es la irrefrenable tendencia
de infantilizar a quien queremos dominar). Por eso se vieron obligados a recurrir a su
sinónimo putus. Y como era de prever, dado el carácter del hetairismo, que
degeneró en sólo sexo, esta palabra adquirió, ya entre los romanos, una connotación
ofensiva.
Pero aún pasó tiempo hasta que se formó en el latín vulgar (en el clásico no
llegó a ocurrir nunca) el femenino de putus: puta, y más todavía hasta
que desplazó del todo a los términos meretriz y prostituta. Ambas palabras se refieren a
la mujer explotada sexualmente; mientras que puta ni en su origen ni en su uso más
frecuente, desde su misma aparición en nuestra lengua allá por el siglo XIII, se refiere
a la mujer de esa condición, sino a la que libremente y sin que la obligue un explotador,
se ofrece sexualmente al margen de las normas y las reglas de juego vigentes. Por supuesto
que este género de putas jugaban muy fuerte y corrían el riesgo de caer finalmente en
las garras de la prostitución, es decir que acababan ejerciendo de prostitutas. Por
supuesto que por cada hombre que llama puta a una mujer, hay cien mujeres que se lo
llaman; porque son ellas las únicas interesadas en establecer y defender unas reglas de
juego que les permitan tener seguros a sus hombres. Las putas son las que alteran esa
seguridad, no las prostitutas.
Mariano Arnal
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