Esta palabra ha sido siempre un cultismo, como lubricidad, lascivia, lujuria y tantas
otras. Como cultismo correctamente formado, su forma era "libídine" (del
acusativo libídinem, con caída de la m). Pero al adoptarla Freud como
bandera de su novedosa teoría sobre la causa motriz de la conducta humana, fue a lo
fácil, quedándose con el nominativo. También en la teoría fue a lo fácil y
simplificó generalizando más de la cuenta. El español, que ya tenía formada la palabra
(no así el alemán), se podía haber quedado con ella; pero los psicoanalistas
españoles, enfrascados en la lectura del maestro, ni siquiera sabían de su existencia,
por lo que se apuntaron al neologismo freudiano. Por supuesto que el adjetivo
libidinoso-libidinosa no lo formó Freud, sino que era parte del caudal de la lengua
española, que lo tomó directamente del latín libidinosus, a, um, y que se usaba
en el lenguaje culto (bastante más que el sustantivo libídine) muchos siglos antes de
que Freud lanzase la libido al estrellato.
La palabra latina libido, libídinis, abarcaba una gama tan amplia de
significados como dan de sí el deseo y la libre voluntad; pero al caer en el ámbito del
sexo y prosperar en él su uso, pronto quedaron descartados los demás significados, que
daban lugar a juegos de palabras, al doble sentido, a los equívocos y a la metáfora
fácil. El origen de libido está en el verbo defectivo libet, libebat, libere,
libuit o libitum est, que significa agradar, placer, gustar: ut libet = a
tu gusto; si libet = si quieres; ánimo libenti = de buen grado, por tu
voluntad. El participio presente libens, libentis (el que obra por su voluntad, el
que hace las cosas a gusto), da origen al adverbio libenter, que significa
gustosamente, con agrado, espontáneamente: libenter studioseque audiant = escuchen
con agrado y con interés. El participio pasado líbitus, a, um significa que
gusta, que agrada. La sustantivación en plural neutro líbita, libitorum, son los
caprichos, los antojos, las fantasías. La expresión ad líbitum significa a
voluntad, a elegir, como a uno mejor le parezca. Está claro que en los orígenes de la libido
no hay nada de libidinoso. Y está claro también que entre los muchos significados de la
palabra latina libido, libídinis, estaba además el de deseo e incluso desenfreno
sexual: libido bonorum futurorum era el deseo de los bienes futuros; libido
ulciscendi, la voluntad de vengarse; bona libido patriae gratificandi, el buen
deseo de servir a la patria; libido voluptatis, el deseo de placer; ex
libídine, caprichosamente; in libídine esse, estar en una línea de conducta
caprichosa (tirando a licenciosa); amor vacans omni libídine, amor libre de todo
deseo sensual y sexual. El plural libídines se usaba con el valor de imágenes
obscenas (nuestra pornografía): in póculis libídines coelare = cincelar escenas
escabrosas en las copas. De esta palabra, con la gran amplitud de significado arriba
expuesta, sacamos nuestra libídine con su adjetivo libidinoso, y Freud su libido
(es incorrecto hacerla esdrújula). Tal como la libídine es un cultismo arcaico cuyo
significado no va más alla de la lujuria, la libido de Freud es un cultismo moderno; de
hecho, una palabra tesis dentro del contexto del psicoanálisis freudiano: representa el
deseo sexual como fuente de los impulsos vitales que determinan la conducta humana.